12/29/2012


Cuando vuelve a la cuna moisés antisemita
agarra un pez y chupa un escupo salado
desde su mezquita imaginaria. Intenta llorar
pero nadie jamás escuchará una queja en el río negro
de la soledad del pasado aturdido,
mas es imposible que una simple guagua
sepa el contexto de la entelequia existida,
y todo culmina en un mero abrazo,
cual la luna veía las manos acariciando una sucia
marcha por la vía  incorrecta de la convencionalidad adquirida.
Cuando vuelve el salmón al río en el que nació moribundo,
 miles de osos negros intentan contratarlo en sus empresas mustias,
privadas y pervertidas, sus leyes laborales y sus platos
quebrados por la mitad injusta, ingrata, cochina;
pero el sabor de la corriente hacia el infinito suele salvarlo
                                                                      y lo lleva hasta la orilla
que solamente le ofrecía un sol de verano.
Cuando vuelve  a ser de día la noche ha acabado
con la cordura de la vigilia anterior y es mejor
la norma del crepúsculo que el meridional en la fábrica,
el sol por la ventana…
Cuando regresa la luz a la casa abandonada,
 la fiesta es inevitable de sol a sol…

12/24/2012

La Triste Difamadora


A veces, se cae el sol de otro universo
y por capricho busco en mis dolores
un bisturí color rosa que me recuerde que sé volar
por sobre todas las cosas, me gusta leer los reclamos,
travestidos de poesía, tan unilaterales
                 del despecho de su alma vacía.
Disparar sin respuesta es propio de los soldados
de plomo mutilados, llorones y mal criados.
Saber que anhela tanto ponerme de medalla
entre las alas de su seno todavía,
llorándole una gota de metal liquido en el abdomen,
pidiéndole limosna con las manos amarradas al catre
y grabarlo en una cinta de cromo
y por sobre todo que la trate como una reina déspota,
lamiéndole los pies y todos los vértices
en una loca orgía de fracasados y perdedores.
Saber que le hace creer a todo el mundo
que salió del infierno cojeando
para intentar vengarse de la vida,
que sobrevivió a la putrefacción,
que yo era el diablo que la mantenía cautiva,
que le robé toda su belleza, partiéndole la cara
contra la muralla que separaba la vida de la vida.
No obstante Satanás no se parece en nada a mí
(salvo la barba de chivo y una verga gamberra).
Me gusta saber que existen insectos decrépitos
y delirantes que la abalan y la celebran,
que exacerban su esquizofrenia que suele proyectar en mí,
mientras la proyectan ellos en Ella.
Pero me gustaría aún más que supiera
cómo es la cara de la felicidad:
morena, con ojos claros y dientes perfectos,
cómo es el éxito: el reconocimiento,
tocan a la puerta para estar a tu lado en una fotografía,
cómo es el amor, el derroche, los viajes por el mundo,
por los mundos, el amor, la hermosura, la cultura, la lucha,
el respeto, la seguridad… la riqueza, los paisajes sublimes,
la familia, la casta, el clan.
Me gustaría que alguna vez conociese a un verdadero Padre
para que alguna vez deje de gimotear… 

Llevo años tras la ventana,
golpeando mi cabeza con el huracán de la vida,
que lleno de basura gira
en derredor mío,
golpeándome con los tejados,
metales, papeles y quimeras,
mirando como un ave de rapiña, desde el barrote más cercano
al cielo de la jaula,
como afuera todo se mueve
a un ritmo frenético de una música maldita.
Yo amo esa belleza que se refleja en los charcos,
sobre todo los capilares azules que llevan
al mismísimo corazón de la muerte.
La nieve
el acido
el vapor
el gen
ansioso traspasando cada pared es lo mejor.
Me desconecto, tengo una clave
para levitar y desdoblarme,
pero nada es lo mismo sin la carne…
LA CARNE, LA CARNE.
Madre- hermana –hija-
tierra: más compartida que prometida.   

12/16/2012

El corazón sabe dónde parar
una bandera negra que indique
autonomía absoluta: ni dios ni amo.
Las tierras baldías de las que dueño soy
nunca valdrán la pena morir como perro,
pero el placer es excelso y flotan las neuronas
en pompas alquímicas pulverizadas en la selva.
Camino por el inmenso callejón de la primera mañana de Santiago,
saber que sobreviví a los letreros de las tiendas
hace que no me importe ni Parra ni Huidobro,
ni Neruda ni Mistral
( quizá vea en la calle a De Rokha a Lihn
o a Lira
y siempre me follare una pelirroja en su honor).
Compro una sopaipilla
y nada tiene que ver con una reivindicación de los piojos.
El glamour de la ciudad hace amar el individualismo:
es sólo que no creo en nadie
y la pobreza me exalta cuando juega conmigo
en la vereda pidiendo
o un crédito en el restauran
o las postergaciones ingratas
o las cuotas de la universidad.
Y los grandes imbéciles que siempre ganan a costa de los demás.
No hay necesidad de que yo mismo les prenda fuego.
No existe necesidad de que mis hijos violen a sus hijas rubicundas,
la propia vida llena las calles de virus nuevos
y el miedo les chorrea de los ojos llenos de signos peso.
Yo estoy convencido de mi victoria
me lo dice mi libertad que fuma cigarros sin la necesidad de fumar.
Te lo dice mi cara ignorada tantas veces hasta llorar.
Te lo dicen mis ganas de que todo cambie: de matar.
Tus ovejas ya no sirven para nada
salvo para parir a los cuervos
que te comerán los ojos mientras ardes
en la hoguera de la rabia del pueblo
porqué cuando tú menos lo esperas
yo  estaré sentado observando
cómo tu palacio se cae y gimoteas como Magdalena.
Ya no tendré nada que decir:
                                                              mi biografía es mi mejor poema,
tú puedes chapotear en la mierda
y nadie recogerá a una abuela.
Tú puedes desfilar delante de la elite
y nadie comprenderá tu pena,
tú podrías morir y resucitar
y jamás la historia conocerá tu nombre.  

12/01/2012


¿Qué sería del poeta sin los narcóticos adecuados?
Abordo un taxi al lado del río,
al borde de la facultad de Derecho de la Universidad de Chile,
dos palurdos intentan asaltarme. Han quedado inválidos para siempre
y yo sigo con el fajo de billetes en los bolsillos.
Voy directo a una emblemática población.
A las pagodas de la antigua resistencia al perro pinocho.
Me reencuentro con mi hermano Germán,
lo abrazo fuerte y lo beso en la mejilla.
Está con su esposa y su hija.
Me excuso por mi aspecto de constante bohemia.
Juego con la niña en una montaña de arena.
(Están construyendo un estadio!) Nos ensuciamos bastante.
Converso con mi hermosa cuñada sobre la posibilidad de montar un negocio.
Cae la noche y con ella todo lo que significa
para sibaritas como nosotros.
Visitamos el hogar de viejos punks anarquistas.
Que hermosas son las familias libertarias!
Los hackers, los incendiarios, los okupa, los RASH, el FPMR y el MIR.
El alcohol jamás se acaba.
Converso con una rubia bastante particular.
Me dice que su fantasía es asaltar un banco.
La interrogo al respecto y le encuentro la razón.
Si fuese un hombre soltero probablemente
me hubiese quedado con ella hasta el éxtasis,
hasta que jamás se olvidara de mí.
Pero prefiero drogarme y bailar
con unas mocosas insolentes.
Regresar a la adolescencia sin que nadie me juzgue.
Este paraíso abstracto es lo mejor de la historia
y mi biografía,
es un premio que se ganó mi devoción revolucionaria.
Estoy realmente loco.
Pero a diferencia de lo patológico que le resulta mi conducta al vulgo,
en donde estoy, todos me aman y juegan conmigo.
Me regalan la libertad de ser todo,
algo que no está en ninguna parte.

11/28/2012


La sed de ayer se incrementa mediante caminamos por el desierto de la sociedad. Qué ganas de volver atrás y no haber hecho eso que era lo correcto, se dicen casi todos. Agradezco al error como parte constante de mi aprendizaje. Fuera del rebaño, libre como un sol!

Mis deseos van tan lejos.
Los desconozco cuando aterrizo en ellos,
y me sorprende cada angelical nota que entonan
para dejarme perplejo en sus osadías.

Evidente es ese grosero cambio tan interno que resulta invisible.


Los conflictos siempre son una especie en extinción, que uno protege groseramente en una jaula de oro escondida en la profunda oscuridad de un pozo sin fin en las mareas del aparato psíquico. No tiene explicación tener la solución en las manos y convertirla en agua para aliviar de vez en cuando la sed de morir y dejarla fluir hasta el final de los días. Con la única intención de verla siempre fuera del absurdo rebaño.

11/25/2012

Pequeña Bitácora de un Pequeño Viaje

3ª PARTE: AMOR

20:00 hrs


Se sentaron en la mesa contigua tres personas, dos mujeres y un hombre. La primera impresión me dictó que eran una familia y que eran Franceses: padre madre e hija, galos. La primera impresión no falla. El padre era alto para el cociente latino, específicamente el chileno, que bordea en promedio el metro setenta. Demasiado europeo, estereotipo; lo digo por la vestimenta, polera blanca, jeans arremangado y chalas, y un vestón elegantemente azul. Nadie por estos lares a excepción de algún artista gay bien pagado osaría a tal muestra de originalidad y estilo sin temor a la opinión de la peble que lo rodea burlesca. La madre tenía el cuerpo de una veinteañera. El cabello corto y rojo, unas grandes gafas y una actitud que la convertía inevitablemente en una mujer atractiva para la mirada de cualquiera. La hija… La hija era una joven Francesa ¿Qué más podría decir al respecto? Tenía los ojos verdes, el cuerpo pulido y ese acento. Era hermosa. Si tenía diecisiete años parecía una mujer demasiado completa, llevaba en sus manos un libro que compró seguramente a la entrada de esa alameda, lo sabía por su título “Muchos gatos para un solo Crimen”. Lo debía llevar de regalo para su tierra. Puede que haya tenido la seria intención de traducir la letra (y se llevará una grata sorpresa cuando lo haga). Quizá los franceses dejen de considerarnos “indios”. Quizá Latinoamérica más que un fetiche sea su vida entera.
Curiosamente, mientras escribía en mi rincón habitual del garito, se me acercó un tipo, con dificultad para desplazarse, entre las mesas del bar. Me estiró su mano para saludarme, me dijo “siempre había deseado conocerte, es un honor”. Probablemente debió haberme confundido con otra persona. Pero su gesto fue percibido por todos los comensales y atrajo sobre mi persona demasiadas miradas, para mi gusto. La gente comenzó a hablar sobre mí, era evidente, empezó a elucubrar posibilidades respecto a mi identidad. La gente es propensa a la fama, es dependiente y le brinda importancia desmedida.
Para qué mentir sobre el hecho, fue mágicamente favorable, a mi favor. La francesa hija se sentó en mi mesa. No hablaba bien el castellano, mas sus balbuceos eran muy inteligibles para mí. Se lo atribuí a la raíz latina de común origen de nuestras lenguas. Le atraje por un motivo tan extraño como qué a mí me sucedan estas cosas. Bebió y bebió, se sirvió cerveza de mi botella y yo me reí descolocado. No le entendí mucho lo que dijo, no sé muchas palabras en su idioma. De pronto se abalanzo sobre mí y me besó. Me dijo “Escríbeme un poema”. Sus padres se rieron y ella se retiró con mirada coqueta hasta la mesa de sus padres, posterior a eso se marchó sin siquiera despedirse. 

11/08/2012

Pequeña Bitácora de un Pequeño Viaje


2ª Parte: IRA

19: 20: 

Observo a un par de imbéciles. Sentado, desde mi mesa, llena de botellas vacías.
Sé que soy soez al referirme de esta manera de unos desconocidos. Pero en vista de lo alto que hablan, es inevitable poder hacerse un juicio rápido respecto a sus personalidades, configurando mi categorización como un mero prejuicio, no obstante lleno de algo de razón. Espero dense cuenta de que no es tan arbitraria mi apreciación del acontecimiento.
Cuando uno está en silencio bebiendo en un bar, suele contaminarse con cualquier ruido.
Los susodichos platican sobre “política” (recientemente fueron las elecciones municipales). En realidad uno le plantea al otro la soberanía absoluta de los medios de comunicación de masas. Me da la impresión de qué lo que intenta decirle a su amigo es que su más grande deseo es ser tan bello-simétrico como para poder estar por cualquier motivo burdo en algún espacio de la televisión. En algún programa de esos de “la farándula” tan vistos por la masa maquinal, para en alguna ocasión convertirse en el alcalde de una comuna grande y pobre, así como Pato Laguna y Carla Ochoa.
¿Cómo es posible que hayan cambiado tanto los hombres de la política hasta el punto de convertirse en fantoches? ¿O será tal vez, que los fantoches se convirtieron en hombres de política?
A estas alturas sólo sé que una fuerza superior me empuja inevitablemente hasta la anarquía. No puedo dejar de destrozar a este par de idiotas.
Como buen esclavo de las apariencias, devoto aprendiz en algún momento, de la escuela Cartesiana, les comentaré a grosso modo el aspecto de uno de ellos (del que tanto y a volumen tan alto se expresa):
Es un tipo de “altura media”, con el rostro rojizo, el pelo cortado como un carabinero o un militar becado en la academia de sub-oficiales; con la frente sumamente pequeña y las cejas ni tan delgadas ni tan gruesas. Los ojos diminutos, imperceptibles, tanto que no es posible definir claramente su color, así que es muy menester decir a primera vista que son “claros”. Las orejas rechonchas  como una hamburguesa del macdonals choreada de algo parecido a la sangre: rojas y repulsivas. Demasiado bien afeitado, como esos simios que en su afán infructuoso de evolucionar por lo menos estéticamente, portan a todos lados su rasuradora y se depilan hasta los hombros cada ocho horas. Viste una camisa blanca con cuadrille celeste que abotona hasta el penúltimo botón antes de llegar a su regordete cuello, un pantalón de tela gris de corte recto apretado y unos zapatos horribles que dan la impresión de la ortopedia. Sus movimientos son forzadamente histriónicos. Que sea posible darse cuenta de la falta de naturalidad en ellos, lo encuadran fehacientemente en la categoría indiscutible de una persona completamente desagradable para la interacción social. Cuando camina hacía el baño de bar pareciese que recientemente desmontó un caballo fino, de esos enormes equinos que suelen esclavizar los policías cobardes en medio de las manifestaciones estudiantiles. Camina con las piernas abiertas, arqueadas, como alguien que tiene más testículos (testosterona) que pene o como un homosexual por años reprimido recientemente sodomizado por un africano bien dotado. No obstante, claramente,  no es gay, los gay tienen el mejor de los gustos. Si es un homosexual, es de esos seres terribles que utilizan el mecanismo de defensa psíquico de la proyección para exteriorizar su ansiedad enferma en los demás convirtiéndose en un homofóbico nazi; pero eso da lo mismo. Cuando pasan por la vereda mujeres atractivas, este desgraciado las ahuyenta insultándolas, les dice: “Súper linda tú oe”  “Ay! Mamacita” “Venga pá acá huachita”  y las mujeres escapan raudas y con cara de asco.
Este payaso nefasto, tal y como se los describo, ha estado todo el rato vanagloriándose de haber sido electo “Concejal”.
Su amigo lo escucha o mejor dicho finge que lo hace, pues es evidente que está tan borracho que apenas puede hilar una frase y cada diez minutos llena la mesa con botellas de Heinieken que se evaporan tanto y tan rápido como mi civilidad frente a ellos.
No aguanto más la ansiedad. Los increpo desde mi mesa, insultándolos y pidiéndoles que bajen la voz. No por algún motivo personal ni por envidia ni por capricho ni por ideología (razones más que suficientes) sino qué poniéndome en los penosos zapatos de sus electores en esa comuna, por empatía.
Le tiro mi vaso de cerveza en la cara al asqueroso. El tipo se abalanza desconcertado encima de mí (cada vez que escribo en un bar de mala muerte suelo acariciar mi cortapluma bajo la mesa).
Me paro antes de que llegue hasta mí. Le corto la nariz. Lo empujo hasta que cae sobre el resto de las mesas. Su amigo intenta levantarlo tan impávido y borracho como sorprendido. Me alejo de ahí caminando rápidamente hasta confundirme con el resto de la gente. Enciendo otro cigarrillo. Abordo un taxi en la esquina. La policía jamás ha llegado inmediatamente. Sentado en el asiento trasero del Toyota Yaris mientras contemplo los edificios de la costanera pienso en que mañana mismo voy hasta la iglesia, me confieso y rezo mil avemarías para exculparme de lo hecho y seguir gozando impune de mi maravillosa rebeldía.  

Pequeña Bitácora de un Pequeño Viaje

1ª PARTE: Providencia
Planeé durante unas semanas abandonar mi montaña,
 me fui con la promesa de amarla para siempre.

18:00: dejo al amor en un tren de oro dirigido al Sur de la familia.
A veces, el paso del tiempo que pisa fuerte,
acumula nieve en los tejados
 de la conciencia de vidrio del cuerpo que tiembla.

 Sé qué cuando el rose de los labios indique la huida,
 saldrá de mi mente un alma doméstica corriendo despavorida
igual a los gatos que escapan por el techo de la vida cotidiana.

 La moral no tiene distrito en el lugar que visito.
 ¡Amada mía, esto no tiene nada que ver contigo!
 Suelo disiparme hasta desaparecer
 a ver si por-si-a-caso nazco de nuevo,
 ahora, como quiero,
con los ojos llenos de signo-peso
 y los apéndices duros como viejos arboles que resisten cualquier invierno.

 Concluyo que nada es realmente cierto.

18:10: Corro a los brazos de mi hermano Claudio
 salto los edificios del Santa Lucia y su feria,
 me subo a las torres con lentes oscuros.
 Las luces brillantes que se ven desde el cielo del balcón
son como estrellas de neón angelical
 en un firmamento de concreto sucio pero adorable, por cierto.

 Me limito a inhalar humo negro,
 a tratar de seguir muriendo como me lo merezco.

 Mi hermano me ha enseñado las razones de unas imágenes
 sospechosamente difusas en nuestra genealogía,
 que toda la vida me han llenado de miedo.
 Me exculpa.
 Me deja seguir subiendo.
 Soy un hombre integro, sé que todo lo puedo.
 Sin embargo es un hechizo demasiado corto
 que se evapora dolorosamente
como el étil de mis poros al despertar
con la boca seca y el rostro hinchado como un monstruo.

 Finalizo escribiendo otra oda al terror
y me coloco serio y sigue la tormenta.

 Otro día 10:00 AM:  Tomo desayuno exquisito en familia.
 Matilde crece rápidamente pero parece desconocerme.
 Son los enormes lapsos de tiempo que separan a Santiago de mi existencia.
 Me siento algo triste por ese hecho, mas lo disimulo callado.

Bajo de la torre, a lo inmenso del centro.
 Todos estos recovecos tienen tatuadas mis iniciales.
Rayé todas sus murallas de cemento con mi sangre.

 El calor y los escorpiones morenos
 hacen parecer ese entorno, otrora tan mío,
 un peligroso infierno lleno de diablos que sonríen
desde los escaparates extranjeros.

 No temo:
una sensación paralizante expulsa de mi corazón
cualquier pensamiento de conservación de la materia. 

Paseo por una feria donde se ofrecen los libros,
manuales de psicología Satánica
y técnicas para abortar la herencia judeocristiana del alma enferma. 
Ojeo un librillo de tapa negra y grasosa.

 En el medio de la ciudad está lleno de pacos.
 Decido escapar hasta los lugares bellos…

13:00:  Los bares elegantes donde el artista común se reencuentra
 con el artista reconocido,
 los restoranes exóticos donde el placer del gusto tiene un elevado paradigma,
 las tiendas de arte: los borrachos compran wisky y cocaína.
 Los biógrafos y sus rubias chic vulnerables emocionalmente.
 Los cafés de homosexuales bonitos y musculosos.
 El Emporio la Rosa y los turistas disfrutando
 grandes copas de helado natural de fruta chilena.

 El museo desde donde el flaco robó el Rodin.
 El parque inmenso y lujurioso.
 Los antiguos edificios de cuando los arquitectos eran poetas. 
Los árboles, el pasto. La gente “alternativa”. 
He llegado al barrio Bellavista y me atrapa la melancolía.
 Recorro todos los bares y por ahí bebo una cerveza.

 Observo en derredor y todos pareciesen ser mis amigos.
 Todos tienen intenciones de cuestionarme cualquier cosa
 referente a lo desconocido.
 Enciendo un cigarro y pienso que jamás pienso
 en mi salud. 
Extraño a mi mujer y me siento incompleto.
Reflexiono sobre la dificultad de ser uno mismo.
 Soy un exitoso perdedor
 con una paupérrima tarjeta de crédito
 siempre en el borde del abismo haciendo malabares
 para verme interesante, integrado y sereno.
Oigo pasmado las conversaciones de las mesas vecinas,
 los comensales beodos se expresan de manera elocuentemente escandalosa.
 Es una prédica en el desierto del corazón abandonado.
 Un soliloquio de frustración y pena compartida
 que inevitablemente desaparecerá en el infinito olvido
 o mejor dicho penará eternamente
 en actitudes inconscientes para con sus desgraciados,
igualmente, familiares y amigos.
 Creo que todo podría ser peor para mí.
 Pero inmediatamente me detengo sobre la divagación
 asumiendo que encontrar consuelo en ese hecho
 es idénticamente patético.
Será mejor cambiarme de cantina.

Me estaciono en el “J-Restobar”,
 en su terraza con vista a la calle hermosa. 

A veces, en mi vaso amarillo caen semillas de los grandes sotos
 que me dan la sombra suave que me alivia la nostalgia.

 Este garito es “atendido por su dueño”.
 Un tipo amable: barman y mesero
 algo necesario como un rey y mendigo.

 En el aire se deshace una salsa del grupo Niche.
 En el acto mi remembranza se sube en una nave rumbo a Cali
 ¿Qué será de Ella?
 Ojala esté bien y haya encontrado el “amor verdadero”
 Tal cual como Silvio encontró el Unicornio Azul.
 La existencia para personas como nosotros suele ser siempre ingrata.
 Mas yo soy un hombre en extremo afortunado.
 Siempre le desearé lo mejor y yo no era lo mejor para ella.

19:00:  Sigue la salsa. Me siento un tanto menos tonto,
 más cómodo, más ligero, menos temeroso.
 Hay un desfile constante de hombres y mujeres con atractivos tatuajes.
 Aún no deseo intercambiar alguna palabra con ninguno.

 Pienso en mi próximo paso.
 Debo oler como alguien que abandonó su hogar
 motivado por la decepción y ese no es mi caso.

Las apariencias engañan
pero soy muy consciente de que la mayoría de las veces no es tan así.
Hago un voto de abstracción
deseando ser completamente invisible.

Recuerdo que antes hacía cualquier cosa por la refulgencia estética,
por el brillo poético y la conquista inmediata.
 Lo sabroso de la aventura era lo incierto:
 el fracaso seguido del éxito en una línea de tiempo
que pululaba muy lejos de mis deseos actuales.

Me hago viejo y derrocho el tiempo.
La palabra derroche no debería tener a priori una interpretación negativa,
 salvo se malgaste el día en la cama mirando el techo,
 abusando de la imaginación asesina.

 Es sano de cuando en vez desaparecer.
Es parecido a una tregua entre la sobrevivencia y el fin de la paciencia.

Me imagino a los padres de los otros.
 A todos los que jamás se verán por aquí alrededor. 

Las tormentas comienzan a adquirir algo de sentido.

Wittgenstein planteaba que en la locura estaba muy arraigada la verdad:
 esa verdad que tanta paz le ofrece al hombre contemporáneo e individualista.
 Él no lo dijo precisamente con estas palabras,
 esto es lo que yo entendí respecto a su disertación.
 Espero no equivocarme
 (pues la locura es algo demasiado sublime
 como para hacer interpretaciones antojadizas).

Todo lo que me rodea es particularmente hermoso
 y yo sólo me dedico a describirlo.
 Podríamos decir que así se escribe la historia del hombre. 
Que así escribieron la historia de la humanidad.
 Empero quien igualmente llegará a estas conclusiones
 está muy lejos,
 me resulta lamentable que no esté a mi lado en este momento.
 Es algo difícil de explicar con conceptos.
Se nos va la vida en explicaciones que jamás serán íntegramente aceptadas.

 La soledad es una premisa tan evidente 
como el único espermatozoide que cruzó la frontera de la madre-vida.
 La comunidad, la sociedad y la cultura
 son una mentira, son una mentira
 cómoda ciertamente, y todo depende de la capacidad creativa del que la diga.

 Nietszche decía que “los más grandes mentirosos son los poetas”
 ¿Por qué no entonces llenamos de poetas las alcaldías?
 ¿Por qué no llenamos de poesía nuestras achacosas vidas?

 Las respuestas son demasiado obvias:
 a muy pocos le interesan los mapas de Arthur Rimbaud.
 La felicidad está profundamente tergiversada
como para intentar descifrarla.
 Los valores están completamente invertidos
 y no será precisamente Dios quien modifique este estado de las cosas.

10/31/2012

Fue demasiado el polvo roído, en la carrera. Bajo la luna. Mi boca se llenó del sabor de tierras oscuras y un suspiro de pobreza, tornóse una tormenta de arena negra que nubló la visión de los eternos envidiosos hijos de las peores quimeras enfermas. Mis huesos ya no aguantan los fuegos de antes. Prefiere el esqueleto danzar en el placer que reventar en paredes inacabables cristales frágilmente ardorosos: La ira es para perdedores afeitados de pelo-corto y comunes hasta confundirse con otro. Qué culpan a sus hermanos idiotas de los estructurados planes de los demonios que no conocen… Y odian a los pájaros brillantes que emigran hacía el arcoíris constante de la buena vida: la libertad de poder ser todos los que se arrastran por la vida.

10/20/2012

Es delgada, tiene meneos de calavera que recuerdan el hambre en África y generan ternura inmediata. Pero a diferencia de todas, es su naturaleza biológica, pues manifiesta su deseo de ser una gorda mantenida por su esposo. Es particularmente evidente su delgadez en la nitidez de sus movimientos desde las articulaciones bien marcadas. Es flaca (su flaqueza es otro asunto). Tocarla es una experiencia intelectualmente anatómica: osteología pura, al servicio de la percepción científica de la estructura del cuerpo humano. Pero es sensual, es histriónica y humorista. Se conoce tanto que devanea en la estética a su favor. Conoce el ojo inflamado del amante recorrido. Te dice “toma mi cintura con una mano” “experimenta el poder, gordo inflamado de deseos” “tómame como quien toma una rama del árbol de la vida”…
En la noción del tiempo perdida: se encuentra el pasado con la reflexión y el futuro con un sueño, el presente con el goce y yo con un segundo de placer que de infinito resulta inexplicablemente intenso.

10/12/2012

Esa MUJER Esa mujer dice muchas cosas absurdas. Pero puede ser también que me he pasado tanto tiempo reflexionando, criticando y leyendo, que mi lenguaje se amplió hasta un infinito en que se me redujo proporcionalmente la cantidad de palabras necesarias para que yo comprendiera algún asunto de trascendental importancia y por ende también la cantidad de palabras con que lo explicara. Cambié las extensas novelas que producen una transformación positiva en el alma (y, que por cierto, por su extensión y su precio se vuelven elitistas) por simples poemas chinos y por la antipoesía de Parra y Lira. Cambié los miles de tomos de Filosofía, Sociología, Antropología y Psicología por los aforismos de Nietzsche. Cuando digo algo, una frase corta compuesta por palabras simples (en el sentido de que no poseen muchos sinónimos y son bien conocidas transversalmente en la sociedad), estoy queriendo plantear algo más allá de la expresión manifiesta en lo superfluo de su primer o común sentido de interpretación. Por ejemplo: si yo digo “Hay que robarse los libros” en realidad (o no sé si “realidad” es el concepto preciso para que lo entiendan). Estoy postulando que: “el sistema capitalista-imperialista se ha encargado de minimizar la importancia fundamental de la lectura a través de los medios de comunicación -inmediatos- de masas y el alto costo de las producciones literarias. Lo han hecho así con el arte en general. Lo hacen en los colegios. El arte y su devenir en la conciencia son para la elite. Pienso que ello tiene mucho sentido cuando me imagino a la clase dominante elucubrando la posibilidad de que un día dejar de poder controlar a las masas, al pueblo, pues éste ha conocido la libertad y el pensamiento crítico a través de las creaciones humanas del arte y la ciencia. En resumen: al poder no le interesa y va a evitar a toda costa que el pueblo (la masa que los mantiene en el trono) lea. Y por eso, a los que tenemos la suerte de estar familiarizados con la importancia fundamental que tiene el conocimiento depositado en los libros, pero no disponemos del dinero suficiente para adquirirlos y también sobrevivir (y no es una exageración), sólo nos queda conseguirnos los libros en las empolvadas bibliotecas y no devolverlos en vista de que a nadie le importa, fotocopiar los libros que te prestan tus amistades académicas embriagadas o descargar desde el internet los libros necesarios no retribuyendo como es debido el trabajo del autor… :UN ROBO. Eso es robarse un libro para mí cuando lo digo (aunque tampoco me perturbaría la idea de hacer un “alunizaje” en la Librería Nacional). Esa mujer me trata de delincuente y de loco. Pues además de no comprender sensiblemente el trasfondo subjetivo de mi afirmación verbal, le resulta inconcebible que un profesional cuestione a su escuela de origen rayándole las murallas y botando los semáforos de la esquina, que no tenga el mentado papel de título que lo certifique como LO QUE ES a los ojos muertos de la validación social burocrática determinante y que además siga manteniendo el mismo look de cuando tenía como dieciocho años, viéndome siempre como un •joven• en contraste con ella que tiene mi misma edad pero se ve como una vieja de mierda, frustrada y melancólica. Esa mujer dijo una vez, que ella era de “centro-derecha”. Hasta el día de hoy no puedo comprender, dado que no fue capaz tampoco de argumentarlo sin alterarse y maldecir gratuitamente, ¡qué demonios es la “centro-derecha”!. Imagino que –eso- debe ser una suerte de retórica de desvinculación diplomática de la figura de Pinochet, del dictador asesino, políticamente aceptable. Que tiene que ver con un respeto irracional y dogmático a viejos paradigmas autoritarios que facilitan la vida del irresponsable de sus actos condenado al orden imperante, sumiso y despótico, cristiano puro, pero asegurado laboralmente de antemano por la herencia familiar. No obstante, conociendo a esa mujer como la conozco, no creo que sea –eso- en su caso. Más bien, para ella, considero que ser de “centro-derecha” significaba un ícono de ego: “dejé de ser pobre yo sola”, “ahora los bancos y las casas comerciales me dan más crédito”, “ahora pago impuestos por mi sueldo”, “ahora tengo un 4x4”, “ahora hago lo que mis patrones hacen: viajo en avión, desayuno saludable, mi hijo va en el mismo jardín que el de mi jefe, me doy unos cuantos gustos como yoga y gimnasio y me siento superior a la media de donde provengo”. Esa mujer se vanagloria, ¡Se vanagloria! Diciendo que ella es “estructurada” (no conoce la metáfora de lo que significa estructura). Parece que no sabe que las estructuras inevitablemente y tarde o temprano, se derrumban de forma triste, sean pirámides de Giza o torres gemelas o casas tras un terremoto. Que mientras más duro e incuestionable sea el material de su formación y creación, más rápido caen y ceden: se quiebran. La arquitectura es superflua cuando carece de una profundidad de sentido estético (lo saben bien los arquitectos que diseñan desde el pensamiento) y cede ante los más inesperados fenómenos de la naturaleza y la naturaleza humana. Ella no sabe que es mejor ser flexible que ser “estructurado”. Recibir balas, recibir golpes, recibir fenómenos de la naturaleza y la naturaleza humana, sin que dañen nada en ti, sino que se absorban y reboten dejando lo mejor y llevándose lo malo. Esa mujer quería ganar a toda costa. El triunfo para ella se basaba en su narcisismo saciado por la opinión del ‘otro’ homólogo winner o en decir la última palabra generando daño al que la cuestionaba, desvalidándolo. Cuando sentía que perdía algo, ese algo se transformaba a priori en maligno para todos los demás. Y era necesario destruirlo antes de que generara conjeturas al respecto. Esa mujer era dura como una piedra, en aquella circunstancia nunca me imaginé que también sangraba. Es sólo que estábamos follando y de la nada ella empezó a injuriarme, a maltratarme, a golpearme, a humillarme… Le propongo, señor juez, antes de la condena, algo llamado empatía. Sé que no tengo justificación ni perdón, yo odio a los hombres que golpean a las mujeres pues son unos abusivos, sé que merezco un castigo, ciertamente…

10/11/2012

Al comienzo, cuando era un cachorro, era simpático. El primer mes, cuando llegó, era tímido hasta el extremo, pasaba la mayor parte del día durmiendo. Al otro mes, hacía travesuras graciosas, difíciles de reprender dado su matiz infante de inocencia. Conforme pasó el tiempo su dueño empezó a evaluar su amor, en el reconocimiento del sacrificio mensual que hacía por el bien del animalito, bajo la vara tristemente indiscutible del dinero. Empezó a considerar las necesidades como gastos, bajo el influjo maldito de aquella patraña social del éxito. Se alejó notoriamente de su gatito, dejándolo crecer prácticamente solo, mientras solamente le brindaba comodidades vanagloriándose de su cariño por él. Comenzaron a fastidiarle los pelos en la ropa, las pisadas marcadas por la casa, las travesuras siempre inocentes. Todo lo que al principio amó, ahora era un mal rato. Ya no le hablaba. A penas se saludaban y cada uno seguía con su vida envidiándose mutuamente la libertad del otro. Su idea de familia se redujo a compartir un techo y algunas paredes. Una tarde de un día cualquiera de la semana laboral, el “dueño” bebía frente a la computadora y el gato dormía enredado en el sofá. Como siempre que ambos estaban solos. De repente, un poco desconcertado, el dueño comienza a percibir una especie de rugido, un rugido tan potente que poseía la certeza de que todos, a pesar de estar muchos kilómetros lejos de él, lo sentían igual de intenso y desgarrador. El piso de su apartamento comenzó a tambalearse, de modo que al intentar pararse estuvo a punto de caer. No le importó. Y antes de cualquier cosa corrió hasta el cuarto de bodega y cogió la caja de viaje del minino. Partió a buscarlo. El gato asustado por el temblor sumó también a su miedo el ver a su dueño intentando tomarlo desesperado. Al final lo agarró. Lo metió dentro de la caja y la puso junto a la puerta. Luego se ocupó de cortar la luz, el gas, sacar el dinero y los abrigos, todo en cosa de segundos y entre choques contra la pared. Cuando vio finalizado su plan de supervivencia tras el cataclismo, también había cesado el terremoto. Y todo quedó igual pero unos cuantos centímetros corrido. Se calmó y recuperó los latidos del corazón. Abrió la puerta de la caja de viaje del gato y éste salió corriendo y se agazapó tras un sillón y lo miró a los ojos con pánico. Él lo observo unos segundos y regresó frente a la computadora. Desde su asiento volvió a experimentar el miedo en los ojos del gato y lo llamó amorosamente, como cuando era cachorro. El gato corrió hasta sus brazos se acurrucó y ronroneó. Se miraron nuevamente a los ojos, fue menos de un segundo, y él lo acarició con ternura, comprendió que era su familia, su hijo, su hermano. E inconscientemente le pidió perdón por el pasado diciéndole –No temas, tu vida es más importante para mí, que cualquier cosa-.

9/29/2012

PARADOJA

Era feliz y todo eso, pero en ocasiones una fuerza oscura lo tumbaba en la abulia absoluta. Y sin poder siquiera dormir, postrado en su lecho, completamente solo, miraba el techo de su habitación convertirse en jaula. Penetraba con su atisbo, tajantemente fijado, el falso cielo sucio que cubría las cuatro paredes, como si con los ojos lograra atravesar cualquier obstáculo que se interpusiera entre su cavilación y ese horizonte incierto, invisible e infinito que había afuera (o adentro, ya no era posible definirlo). Era feliz y todo eso, pero en el abandono de lo rutinario observaba en el espejo del tiempo su insípido aspecto de mascota. Era una mascota muy afortunada, por cierto. Su dueña le daba todo lo que necesitaba y lo que no: agua, comida, hogar, ternura, etcétera… No obstante, muy a su pesar, sabía claramente que ya no era posible irse de ahí, pues ya no era justo escapar en las noches de luna llena, no era correcto recorrer las estepas brillantes de estrellas, no era sensato subir otras montañas y aullar sobre ellas de puro frenesí…

SHOTTA-SANGRE-ALCOHOL

9/07/2012


Caminaba por una calle hermosa en Cali. Estaba en Colombia muy asustado (por factores inconscientes propios de un Chileno criado en dictadura), paranoico, desconfiado. No conocía nada en la ciudad que más desconozco del mundo; quizás una de las ciudades más bellas del mundo, no las conozco todas, aún,  y cuyas menciones mediáticas por acá y en todos los juicios imperialistas, siempre referían a Pablo Escobar como un disidente de la moral. Pero Pablo Escobar, con el tiempo, ha sido un hombre importante en mi vida, de alguna forma.
Después de haber estado bebiendo en un concierto del Grupo Niche, me tranquilice producto del alcohol  y el calor natural de los Colombianos, de las Colombianas para ser más específico. Calor natural, es un eufemismo estúpido si lo pienso bien. En otras palabras, podríamos decir que dejé de ser Chileno y cobarde.
Yo no conocía esas calles de Colombia y sin embargo había llegado viajando en un bus interurbano, o no sé bien cómo le llaman a las cosas en latitudes ajenas, pero imaginemos que esa era la designación de la maquina que me trasladó de un lado a otro.
Entré en un zaguán añorando sexo (por más que me aleje de lo mundano de mis problemas, mi karma se activa). Mi karma es la lujuria. Demasiado baile sensual y se sabe cómo son en la cama las interlocutoras de palabras de amor. Entré en un restaurant de comida Argentina (lo cual por cierto me resultó bastante surrealista) motivado quizá por algún factor inconsciente que me dijo que podía encontrar ahí sexo. Sexo con alguna rubia. Me gustan las rubias, las blancas, como a todo latino.
Y no.
Solamente divisaba, asombrado, en el paisaje, bellas negras voluptuosamente bendecidas por su creador el sol cálido del centro del planeta. Las negras son perfectas estéticamente sexuales. Son “hechas a mano” por Epicuro.
Me senté en una mesa y comencé mi rutina de cazador, esa que en Chile tantas noches de placer me propinó sin demora.
 Y pedí el más caro de los tragos que se servía en el local. Y curiosamente era un vino Chileno. Pero era una mierda así como Gato, esas que en los escaparates de los supermercados del barrio, allá en la patria, no eran la gran cosa y más bien era una ordinariez, una solución para pobres que toman en las plazas, o para asados de proletarios que ven el alcohol como un problema y por lo tanto no suelen beber salvo en “ocasiones”.
En fin. Me gustaba la idea de qué el vino no me iba a embriagar tanto y que podía hablar de él con soberbia propiedad (los chilenos plebeyos somos chovinistas en el extranjero).
No tardaron en tener efecto mis seductores atisbos dirigidos hacia todas las morenas.
Desde la barra dos muchachas me miraron y sonrieron, dando el pie a que yo les hiciera un gesto que las atrajera hasta mi mesa.
-Qué tal?!- me dijo una de las niñas azabache, con ese exquisito acento de las bellezas de las teleseries que veía mi peona vecina, que me “cuidaba” cuando madre salía a laburar. -Aquí estoy, esperándolas- le dije. He inmediatamente notaron mi acento afuerino, independientemente que se apreciaba sobremanera que yo no era oriundo de ese país.
Lo digo por mi forma de vestir que no me encasilla en ningún orbe.
–De dónde eres, chamo?  Me preguntó, una de las morenas exquisiteces. Le dije –Yo vengo del infierno, pero es menos terrible de lo que puedas pensar-
 Ambas rieron y se sentaron en mi mesa.
Llamé al mesero y le pedí la botella completa del elixir, y éste me miró asombrado, pensando que quizá era una suerte de magnate al comprar un licor tan caro  (que, como mencionaba anteriormente, allá en chile es una mierda, para pobres diablos o para los diablos pobres).
Debo reconocer que me dolió mucho hacer ese gasto innecesario a sabiendas de su mediocridad estética, pero qué dado las circunstancias debía hacerlo para sacar a la luz todas mis plumas de pavo real.
Este mundo es así, una mierda capitalista, es cierto…
Era eso si quería conseguir mi final cometido.
Les serví una copa a cada una y les comencé a preguntar las trivialidades burdas que utiliza el cazador para seducir y después olvidar el nombre de las amantes efímeras.
Laura y Fernanda: recordé sus nombres como olvidé todo lo que sucedió después del relato que les hago.
Eran mujeres interesantes, universitarias, estudiaban enfermería en la UDCA.
Bebimos y nos fuimos de aquel luminoso lugar.
En mi borrachera me sentí obligado a manifestar mi poesía. Ellas la aceptaron con más pasión que las Santiaguinas y las Porteñas, a quienes hablarles de la manera “Gustavo Adolfo Bécquer”, les resultaba una payasada absurda lejana a sus expectativas de superación.
Nos fuimos hasta la casa de Fernanda, una pieza sombría en un barrio de sicarios. Nunca había sentido miedo en una población, ni siquiera en la San Gregorio (nunca más lo sentiría después de esta experiencia, giles culiaos), pero allí estaba asustado, no tenía una pistola en mi pantalón y si la hubiese poseído no era capaz de usarla.
Pero llegamos a la casita, y nos acostamos los tres, Laura, Fernanda y yo, acariciándonos como perros sin dueño, hasta concretizar los orgasmos de la noche de un sueño borroso, de esos de los que uno se vanagloria el resto de su vida con otros contertulios, sin dar más explicaciones qué el hecho de haber hecho  un trío con dos negras exquisitas que te hicieron ser un faraón egipcio por un rato inolvidable.

9/03/2012


Lo recuerdo nítidamente. Hay cosas que no se olvidaran jamás. Existen hechos que tienen forma de secretos, que son como fotografías que ni el más desconfigurado de los seres logra borrar de la historia. Era invierno, ya que siempre era invierno para mí. Habíamos bebido (o había bebido sobremanera), nos habíamos drogado (o me había drogado hasta desconectar el palurdo self de mi cuerpo). Luego, al siguiente día, o a la mañana siguiente con otro nombre, aparecí acostado en medio de las dos. Con la segunda llevábamos un buen tiempo como amantes, en el sentido de engañar a otros, de mentir con un fin idílico. La amaba de verdad, la admiraba profundamente, pero sexualmente, sólo me atraía cuando estaba borracho. No obstante, no todo es color caramelo. Y llegó la ocasión surrealista en que apareció la primera a nuestro lado, no es culpa de nadie. La primera era la primera en todo. Y la “amistad” entre primera y segunda nació, como cuando un bizarro encuentra a otro con el que comparte sus gustos extraños, algo que la primera no sabía, por cierto. La primera jamás suele compartir. Estando en esa cama siendo yo el tercero, pero no en ascendencia numérica sino que algo así como 1-3-2, en un arranque de sinceridad les plantee a ambas tener sexo conmigo, al mismo tiempo. La primera dijo qué no. Se manifestó bastante ofendida, mas le atribuyó mi osada intervención al hecho de ese estado de obnubilación-catártica-delirante que me caracterizaba en aquellos estados de intemperancia. La segunda no dijo ni una palabra, dejando abierta la posibilidad a interpretaciones afirmativas, desde mi punto de vista, y de negación por parte de su amiga la primera, con esa ambigüedad que la caracterizaba y la mantenía al margen de los problemas existenciales interpersonales. Primera segunda y tercero, estamos muy consientes de esta situación. Lo más probable es que la primera trate infructuosamente de olvidar este acontecimiento y por qué no, la segunda también, en vista de qué una vez que desaparecí de sus vidas disolviendo aquella lóbrega y descabellada triangulación, ellas se mantuvieron unidas en mi contra. Pero el detalle, la foto, la imagen imborrable y secreta que la primera desconoce, que a la primera le falta para obtener el cuadro completo de esta remembranza nefasta, es qué cuando estábamos aún bajo las sabanas y mis manos se alternaban acariciando las vaginas y los pechos de ambas, sin que la primera se diera cuenta, hubo una mano que paso por sobre mi cuerpo saltando nuestro desordenado orden numérico, 1-3-2,  y por quince o veinte segundos primera y segunda se conectaron definitivamente lanzándome a mí al infinito.

8/29/2012

Estaba pensando en mi Padre, en mis viejos Profesores, en uno que otro Amigo de más edad que en aquel instante, en que yo era impetuoso adolescente, a pesar de qué me amaban profundamente o por lo menos me estimaban y deseaban lo mejor para mí en contra de mi voluntad, fueron víctimas de mi soberbia asesina, de mi violencia indiferente… Lamentable o positivamente, ya no puedo hacer nada por reivindicar ese pasado. No creo en el arrepentimiento, ya que eso da para muchas aberraciones. Sin embargo, ahora tengo algo muy claro, ahora qué yo estoy al otro lado de la moneda del tiempo y mis paradigmas se configuraron como un color con matices: no me afectaran las violencias ni el ímpetu adolescente, por el contrario, los comprenderé plenamente, y romperé el circulo vicioso de las revoluciones y las contrarrevoluciones estúpidas que nos desenfocan como clase de la verdadera y única revolución, la revolución contra dios capital y sus perros emperadores que con toda su maquinaria homicida y propagandística pretenden hundirnos en la ignorancia y la apatía…

8/09/2012

En un lugar extraño, no era ni la mezcla de huellas mnémicas ni la imagen de la vigilia anterior de algún filme sobre Marte, o quizás otros planetas que me hayan impactado de un modo tal qué se tatuaran en forma de contexto para mi próxima visión. No era ninguno de los países que conozco. Era un paisaje más bien desértico o similar a una nación oriental que recientemente ha comenzado a urbanizarse. Me encontraba algo furioso con lo que observaba. Tenía los pelos erizados de rabia contra el infantilismo de unos adolescentes que se golpeaban entre ellos con artefactos antiguos como de aspecto metálico y brillante, de una artesanía artística superior, bellos; parecían pertenecer a una civilización antigua aparentemente mucho más evolucionada (a pesar de qué estoy completamente consciente de la paradoja que resulta lo que estoy describiendo). De pronto, en ese insólito ambiente, sobre una especie de parque sin árboles ni pasto, en su vasto y a la vez limitado por el cielo paisaje, en su enorme centro, en medio de la tierra amarilla, aparecía una gran excavación, un pozo sin final cubierto de nubes que dejaban entrever el vació del fondo invisible del foramen; vi a uno de los muchachos que motivaban mi ira, qué ahora eran por lo menos veintinueve, dirigirse a él, con clara intención de saltar. Intenté increparlo desde una de las orillas del abismo, pero éste ignorándome se aventó hasta donde se acababa el borde, y comenzó a caminar sobre la nada pronunciando un ensalmo que sólo recuerdo incluía en una de las frases la palabra -niebla-. Caminaba en el aire! Todos empezaron a caminar en el aire, sobre el oxigeno, con el viento bajo los pasos. Se formaron múltiples dimensiones hacia abajo del precipicio. Revoloteaban en el abstracto muchas siluetas. Por describirlo de alguna forma, en vista de lo absurdo e inimaginable de la situación, en la segunda de las superficies etéreas, iba corriendo una muchacha, una niña pequeña que era especial para mí, por una razón que desconocía. Me miraba con sus ojos gigantescos que se disminuían cuando se manifestaban detrás de sus gafas, me decía “!tío, venga!” Y yo estaba demasiado angustiado, le pedía que regresase hasta mí, sentía sus abrazos cálidos desvaneciéndose raudamente dolorosos; ella reía extasiada mientras mi desesperación me hacía sudar un ácido que me quemaba en forma de transpiración helada. En un segundo, desde arriba, desde la orilla de la superficie firme, como quien mira la ciudad subido en un ascensor periférico, comencé a distinguir grietas que se reproducían rápidamente sobre el intangible suelo de los alegres niños caminantes encima de la nada. Y todo adquiría algo de sentido, las dimensiones estaban delimitadas como con un vidrio, un cristal tan pulcro y frágil que ahora inevitablemente se rompía. Comenzaron a caer gritando exasperados, ella ya no se veía. Me alejé llorando en busca de socorro y llegué hasta una iglesia de madera, una media agua, una suerte de capilla. En el interior de ese templecillo se realizaba un velorio. Había un ataúd al medio, se rodeaba de banquillos de madera con mujeres de luto que rezaban el rosario judeocristiano, había una fila para ver detrás de la ventanilla el contenido del féretro. El primero de la línea de cabizbajos personajes en espera, era una especie de carabinero. Se reía jocoso. Quise golpearlo brutalmente pero me fui directo a colgarme del borde del cajón. En él, y para mi mayor sorpresa en relación a lo que recientemente había sucedido (intentad si podes imaginadlo!)… Había una muñeca, una de esas muñecas antiguas de grandes pestañas rígidas, esas que cerraban sus enormes parpados plásticos, ocultando sus ojos vidriosos, cuando las acostabas…

8/05/2012

Estoy emocionado, viejo y amarillo, solo en la casa tan grande y pequeña; mi esposa está algo molesta conmigo, a veces olvida que estoy loco de remate. Se ha ido de viaje este fin de semana, es comprensible que necesite extrañarme para recordar que me ama. Hay lágrimas a punto de salir de la cárcel de la mirada perdida en la línea difusa que separa la realidad del recuerdo, el paisaje del cielo, la felicidad del deseo de llorar sin motivos concretos, sin perdidas objetivas ni subjetivas ni nada por el estilo. Suspirar en un acto simbólico que de vez en cuando marca algunas diferencias, las gotitas pequeñas se alegran de ver la luz de mi tristeza por primera y única vez, de la melancolía que las generó tan perfectas, de la angustia que les enseñó a ser indiferentes y rodar por mis pómulos como quien sube una montaña nevada por los años que te tornan plateada la barba, es una posibilidad intransigente. Tengo pena? No! Solamente añoro unos momentos, unas lapidas con epitafios sinceramente tallados en la piedra, situaciones hermosas escritas tan perfectamente en la historia… Según algunos de mis ensayos y uno de mis mil trescientos libros, la depresión es un fenómeno extremadamente pomposo… Imágenes, los afectos, considero que estoy pasando por una instancia de extrañar a mis creadores… Por sobre todo a las compañeras y maestras del amor sexual, a esas centenares de mujeres bellas, a los chiflados obsesos y psicópatas de mis amigos, a los drogadictos, a los borrachos, a los lujuriosos, a los sibaritas, al Lumpenproletariado y a los burgueses hedonistas que vieron en mi una puerta… Considero que tampoco es menor el hecho de recordar con nostalgia los paisajes que me rodearon mientras estaba con las personas más hermosas, con los punks y los nihilistas. Los bares de la ciudad que me maleducó al nacer, mi último cuchitril, en Providencia, antes de embarcarme hacía Venezuela y darme cuenta que la teoría dista años luz de la práctica, las chinganas de todos los países tercermundistas, la Universidad de las Artes y las Ciencias Sociales, el 7 y los moteles de Santiagocentro, Valparaiso, Coquimbo, el Valle del Elquí y la Serena… etc, etc, la tierra es un lugar mágico y maravilloso que sólo se aprecia cuando no están los hombres… Estoy emocionado, el pasado es nuestro único tesoro Y yo soy un hombre rico.

7/26/2012

Reconozco que como las viejas venas que abastecían de caudales para la vida a la ciudad más antigua del universo, me mantengo gota a gota perfumando constantemente los iconos plásticos de la belleza en los actos sagrados de evitar la posibilidad de ser dios caminando por el sendero de la creación misma por mero hedonismo, rociando de semillas a la nada, al delicioso vacio. No tengo posibilidad de ver con otro ojo que no sea el del cráneo a punto de reventar, la pared ventral de la puerta del origen ubicada entre los flancos de cualquiera dadivosa dispuesta a encantar lo más oscuro de la existencia con el preciso y precioso hecho de que con una humectada lisonja de todos sus labios te hace estallar como un pálido átomo que se parte en dos para formar una galaxia extremadamente exquisita. De sabores, ni hablar, si es maravilloso lo que evoca el mar y sus hijos intocables, resbalosos y rosados cuando la lengua los apunta y los digita la pasión del tacto que prohibieron los antiguos pederastas reyes Israelitas que no soportaron ver la cara de lo verdaderamente sublime. El diablo, cuentan esas feas historias deformes, sabe perfectamente cuando hablo de la orgia madre y hermana del placer excelso. De las variadas multiplicidades de puntos que dibujan la sonrisa y el suspiro final de la pequeña muerte, me encanta tener seis nimbos rojizos para roerlos con la delicadeza de las flores juveniles mientras entro y salgo pausadamente de ese palacio que previamente vio reptar a una lengua ansiosa por sus recovecos dilatados en espera de la fricción de chocolate. Mirarlas a los ojos cuando sus vistas retroceden al estar sobre sus espaldas, regadas de cascadas de colores diferentes es como lanzarse hacia lo eterno lleno de cosquillitas que cual mil plumas de fénix te queman por dentro hasta hacerte olvidar todo y nacer de nuevo y para siempre.

7/25/2012

Sólo son pequeños vicios cuando me vuelvo loco, tengo unas heridas demasiado escondidas en la pública luz de la luna como para jugar con fuego a diestra y siniestra, olvidando el precipicio que me vio seguir cayendo hacía el mundo de la realidad donde jamás se puede volver a estar ciego por más que te emborraches y disfrutes entre las piernas de la fiesta eterna de la bohemia y su misericordia. A la vuelta de la esquina otra ciudad difusamente me condena a través de algunas criaturas peludas y despechadas, chillonas víctimas por vocación. El mundo está plagado de jueces amnésicos, de asmas susurrantes y sidas graciosos como payasos superdotados, de patadas en la nuca y empresarios que rezan cual una burla al miserable rey de los judíos de yeso que los mira desde the wall. Cuando quiero huir mis manos sudan un oleo incontrolable el agua no escapa entre mis dedos y me ahoga con palabras protocolarmente imprecisas para designar el odio que rumeo como una vaca carnívora al borde de la extinción constante.

7/19/2012



Murieron dos cuicos de comienzo.
(Que pena, igual, la muerte siempre será triste)
Todo chile lo sabe,
y sabe que se mueren a cada minuto
un miserable llenando de dolor
a sus desconocidos amados
desconocidos miserablemente
por todos los que lo saben indolentes.
Y saben, también, que yo no existo
salvo para mi dolor crónico
de existir en contradicción manifiesta
producto de la neurosis obsesiva
que configuró los años ochenta,
en un individualismo patológico que insensibiliza
hasta el punto de no diferenciar el verano del invierno,
a punta de miedos irrevocables,
en una ignorancia necesaria para no padecer
los humanos sufrimientos de la empatia humana
que prescinde de la televisión y la religión y la concertación.
Deseo más de la cuenta, deseo tanto que debo
Además de a todos los bancos judíos,
reprimir mis palabras a pesar de la catarsis
que me hace decir que deseo
en un gigante grito de miles de pajas
en ojos ajenos
a lo que realmente vivo 
cada día que salgo de mi casa
que no es no es mía
salvo porque yo me encargo de qué sea habitable
pagando a duras penas el derecho a que otra persona
lo pase un poco mejor que yo
según lo que yo imagino
ya que probablemente esa persona ni siquiera haya vivido
a sus cincuenta años pagando dividendo
ni la cuarta parte que yo
he vivido a mis veintinueve años
habiendo recorrido la cuarta parte del mundo
vacilando “a lo vió”  
las oportunidades que la lujuria y la locura
me han brindado en su incierto pasar
convirtiéndome en un irresponsable de mal vivir
feliz y dicharachero.
Cada día me es  más difícil aceptar las normas,
he soñado con serpientes, con monjas lesbianas
 juntando sus lenguas con las mía, en verbenas 
con la barra brava de la U de Chile
y con amores imposibles que están a la vuelta de la esquina
dispuestas a hacer un paréntesis en la rutina del odio
único método de sustento de la cultura occidental.
Ahora no me abstengo de insultar a los periódicos en la esquina,
cada noche contengo mi ganas de mear
la cerveza que consumo de forma compulsiva
hasta que llego al quiosco y lo dejo embetunado de amoniaco
con la posa de orina que me demoro fumando
en desembocar alrededor de toda su esquina asquerosa,
para que nadie se acerque
a leer estupideces sin importancia
como que mañana se va a acabar el mundo,
los marepotos
y que los diputados discuten por los eme eles de silicona de la puta Larrain .

6/07/2012


Consciente de mi capacidad de vuelo, luego de poner mi mano tapando mis ojos y dándome cuenta qué era mi sueño, estaba en un lugar como un edificio, qué ahora comprendo: era la torre de Babel. En cada momento, perturbado, escapando de hombres con abrigos verdes que pretendían atraparme y ajusticiarme bajo su moral que no era la mía, cuando estaba fornicando con adolescentes lujuriosas y golpeando con mis pies las mandíbulas de  presidentes de todos los partidos políticos, avanzaba piso a piso de la estructura de cemento, siempre pensando qué cada vez que veía una luz, ese era el techo (mas solamente era otra planta del rascacielos por la que pasar generando desmanes).

Eran dos conejos felpudos, con las orejas hacia atrás, uno era negro, el otro era café y blanco. Ambos escapaban de perros y huasos que querían asesinarlos. Entraron en mi casa, una mansión llena de ventanas. Ventanales enormes que se abrían por cualquier parte. Frenético y algo angustiado, increpé a mi esposa para qué cerrara los vidrios. Pero los conejos estaban tan  temerosos que igualmente huían de sus salvadores, encontrando para su fin evasivo, umbrales transparente sin cerrar. Yo le gritaba a ella que los detuviera. Sofía lloraba dado que los conejos volvían a la calle a merced de sus depredadores. Yo salí con un arma de fuego a espantar a las rapiñas, mas ellas  regresaban con cada vez más ira, ahora, en contra de nosotros también. Estuve durante toda la pesadilla defendiéndome de los horribles cazadores, matando a uno mientras aparecían dos más…

LUJURIA 8


Arranca de su manto sin olvidar
que es tu ropa cochina una pesadilla palpable
que si bien lejos del nuevo libro,
ha sido un prologo inolvidable,
hecho de sangre y sudores mezclados
en ajenos catres de hoteles mugrientos
con grandes espejos abiertos
cerca del río Mapocho
a la hora en qué se murieron los muertos…

(,,,)


Un paréntesis después
de los puntos suspensivos
de la felicidad completa,
para qué  sea una historia
debe encerrarse bajo la tierra del recuerdo
como un sueño sucio y asomarse de cuando en vez
bajo el umbral de la puerta
cual un escarabajo magnánimo
a recibir las migajas del asco propio.
Haberse gestado en un día nublado
como un mar verde sin la forma del dique
de lo cotidiano.
Dormir en un vaho de cigarro
(aunque no fumes)
y recibir babeando un lecho amoral
parecido a un abrazo del diablo.
Olvidarse en un nuevo paso en el cielo del beso amado
y no volverse a repetir jamás
como toda experiencia del existir tranquilo…

6/01/2012


Vengo de la escuela del qué se escapó del rebaño
a una montaña hasta el medio día que no correspondía
volver, con su serpiente y su lobo.
Todos tienen creencias y televisores de plasma,
zapatillas hipocalóricas y bufandas multicolores,
autos que ponen negro un poco el cielo
y que sumados enturbian el horizonte entero como si nada pasara;
dividendos de años que nadie asegura que vivirá…
Y crías por si acaso, en algún momento, el hombre se olvida
cómo se reproduce con semen y alcohol las ganas de emanciparse un poco.
Obligaciones tan feas como la palabra obligación.
¿en qué `planeta habito?
Flor germinada en la madera del antro,
pescado erguido que vuela en la ladera del vuelo,
ojos que brillan en la coincidencia del tópico
cuando el alma olvida que está en guerra con el capital.
Hoy me levanté con ganas de matar,
todas mis neuronas escapan a bordo de un verso.

4/18/2012

Un día, despertó y como que despertó
y se vio tan feliz qué nunca fue el mismo
y como que fue como algo mejor,
algo que estaba lleno de algo como pesadillas
pero que en el fondo eran algo así como sueños.
Y recordó que vivió muchas veces algo como amor.
Y tuvo algo así como una novia
a la cual amo con todo su corazón,
algo así como romeo y Julieta
pero sin mucho dinero,
algo sin mucha importancia
pero que importaba mucho,
algo un tanto idílico, algo súper común entre los cabros chicos…
Pero la amaba.
Entendió que la amaba (o algo así).
Una vez en la playa como que se casaron,
se pusieron algo así como ilusiones
pero que para ellos era un compromiso súper grande
algo así como un matrimonio…
Hasta el día de hoy él no entiende
como algo tan simbólico
para ella fue algo tan fácil de terminar
si eran casi algo así como esposos
e incluso fueron algo parecido a los papás…
Pero no tiene sentido darle vueltas a algo tan pequeño
a algo que morirá inevitablemente con ellos…