5/27/2008

EPIGRAMA DE SU MAJESTAD -EL BEBÉ-









"A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos."

François La Rochefoucauld,

Medieval contingencia derrapada
por las bocas de estas moribundas arpías,
no seré yo, la greda
cromática de vuestra frustración original
que decora esas melenas.

Aunque los ídolos respetan las culatas mentirosas
en las sienes convencidas,

aunque fardos de inopia
separen los mundos cronológicos en hoy-día
y nunca,

aunque tu oro me encandile los puñales de mi
neurosis obsesiva de mujeres y cervezas,

aunque esta cruz pese en argento sublimado,
lo que pesa vuestra palabra
en los hormonales e histológicos sacos vacíos.

BLING BLING


Mi kilate aferra al suelo
del cielo la dignidad completa
de los hombres vestidos de carbón.

Las reyertas son adentro
como el holgorio es una puerta
que te lleva
al dormitorio raulí de las cavernas infinitas.

Para ese día ya ni los ojos, mutiladamente,
apreciaran tu fachada inorgánica,
con la que expresas la quimera
de tu personalidad ecléctica de voces primitivas
y neologismos transitorios
en un mundano paisaje de ovinos hermanos gemelos.

Y no sirve de nada la bujía, la puta
impertinencia anabólico-androgénica
de simios y gamberros infectados de alucinaciones americanas.

El agua de tu calavera amarillenta
manufacturada por Abate en su sodomía estética.

Las méndigas golfas con sonrisas refulgentes,
los arrumacos ramplones de pájeros señoriítos,
la piel de animal plástico,
la droga subjetiva de países desarrollados.

Para ese entonces mi plan estará grabado por la luna,
vigilaré cosmopolitamente
el ruido
del porrazo
de sus haraganas sinapsis de muertas;

bebiéndome la orina suave de mis musas infernales
que se codean con el esplín, en multiformes noches de locura metafísica.

CON TRADICCIÓN


Y yo, haciendo, golpes
de las olas en la roca de tu velo, nada.

Ya no me punza, abierto, ese punto imaginario,
donde prometo y meto, las manos
se me parten con el gélido
soplo invisible de varias caras que no veo.

Mas sus palabras cambian
el proceder de aquel río

donde ni se refleja ni se lleva
en el corazón, sus piernas, como puertas
de bar, mojan el amor, y crece
cual flores de un lugar fijo.

Me pesa ésta, serie de succiones que de antaño
me hicieron, la más antigua de las obras, de la sal y el rencor.

Y si acaso soy sólo otro de los sordos?,
otro de los sorbos?,
de los medios?,
de los días contados como pétalos de Margarita?.

La tengo en la mira, en algún lugar la tengo.

5/26/2008


Estuve, aves extrañas colgaban del ocaso, sentado ahí, viendo lo que no se veía, y de pronto, flora y fauna mineral lloraba de emoción contenida, herméticamente disuelta en aparatos singulares que sorben belleza de bataclanas adolescentes. Tantas veces recorrí el mundo en ese animal escamoso. Y gritaba!!. Eclécticas fauces del destino mío negaron todo, todo lo que dije despacio y sin mirar a los ojos de marfil. Y apareció ella, nu eva m ente en mi jardín metálico, y la besé y la besé: la llamé por su nombre, otra vez más: Karen, Karen!. Ella regresó a acostarse en mis manos: y la tapé y la besé con mi pecho, preparamos los pasteles y el manjar lo arranqué de su boca y sus sueños abiertos ante mí. La volví a besar con la expansión del mudo sentimiento, bajo las mantas de los fantasmas que ya no vivían en la casa, en un cementerio de ayeres, homogenizado de onyx, caramelo, escarlata que de las montañas emerge ante los dientes más suaves de la bestia. No ha soltado mis alas, nuevamente. La cargo en mi lomo y galopo fuerte hacia las estrellas del mar, en dirección al norte de la vida misma.

5/19/2008

KAREN Y PABLO


Zara

Hay un gran trazo azul entre los cabos de nuestra usanza.
Encuentro la ilustración en tu abrazo y tu silencio,
tus besos furtivos de delincuente bella y sublime.
Porqué yo soy tu mentira y tu secreto, danzo en la penumbra.
Yo soy tu inconciencia, tu pasado que no pasa
a decir mejor tu presente de chocolate y esplín.
Yo soy tus problemas: he de llamarme dilema negro,
conflicto sicodélico un tanto
dadaísta y otras veces
fuera de la matriz esperada por la sangre.
Soy lo que no se dice,
soy una intemperancia de destellos carmesíes,
prendidas en fuego y escupo.
Yo soy el que no va,
el que no se manifiesta de cuerpo, el fantasma
que te seduce, te devora, te huele, te chupa;
el rincón donde te posas cuando nadie te mira,
tu estación y tu plan maquiavélico, yo soy
el que no llega a la cita, el que no cena,
no bebe, no divaga de contingencias irrelevantes con tus deudos,
soy el olvidado por tus amistades, el desconocido,
el desaparecido, el ácido sorbido, el volátil vapor que nunca dejo
de fluir de la hoguera eterna de nuestro amor-mudo,
nuestro odio ficticio, nuestro olvido simulado, nuestro termino fisiológico
nuestra huida moral. Yo soy tu bestia:
suave animal hijo de la nada y lo abstracto.
Tu sexo invisible, ultrasensible.
Tu sonrisa encubierta al llegar a la casa de ellos.
Lo que nó se divisó, lo que no existe,
el surrealismo de los esquemas obvios que refriegas
sobre los rostros confiados de tus madres al amanecer.
Yo soy el que espera, el que no espera.
Soy tu corazón, tu letra, tu reflejo, tu boca.

Yo soy tú y tú eres yo.

VIEJA ROMANZA


La lira

está sola,


no gesticula

ningún eslabón.


Y pesa: en metal

su volumen necio; masas

de soberbia

en versos

estrambóticos irreconocibles para lesos,

sin musas ni efugios.


Canta más sola que el eco.

PALABRAS DE +

Cuando llego aquí, escojo
los olfatos más desorbitados del planeta desocupado,
la ceniza y el polvo que le dejaste al vacío dilatado
de mis desvaríos crónicos de mi huérfana neura iconoclasta de amores.
Todos los días tengo un plan poliforme similar
a las familias que cenan cada noche comentando el futuro,
donde no se estructuran los procesos correctos
del callejón sin salida
en el cual los perros mueren cada noche
“mordiendo las culatas de los fusiles teóricos”.
Y sueño con los ventanales enormes que hacen ver
la ciudad como un festín de chispas eternas y silenciosas.
Casi palpo tus manos derramando a mi corazón
de las razones de mi furia entre mis cejas abultadas,
y lo celebro cada noche cual una victoria invisible
que se tarda más de la cuenta temporal, en pasarme +
de la cuenta terrenal de la vida.
Y sigo soñando contigo y conmigo (o por lo menos
con alguien que se me parece
salvo su sonrisa realista y su corona de oro).
Sigo agrietando las mismas puertas de antaño,
que una tras otra siempre están cerradas
por débiles candados
para mis desarrollados músculos emocionales
resistentes al suicidio inmediato,
que sin embargo nunca parecen terminar
de florecer en el hall del mañana.
En ocasiones cuestiono las estrategias del hombre
postmoderno y postergado,
pero me veo en este espejo e = mente vomito
de la pena que me causo al decir la verdad.
De cierta forma, también fue un error
el haberte quitado los hábitos de Maria,
haberte desvirgado
las cenicientas y las b l a n c a s n i e ves,
el haberme sulfurado con una de mis navajas
en el ala izquierda.
El haberte permitido dejarme desaparecer
Cual un vil acto de magia de las promesas ilusorias.
Empero, de menos, ciertamente, no me hechas.

5/05/2008

KILLA


Quiero ser
un cuchillo para saborear
los atajos
que le brinda el error a tus ojos dorados.

Y no
pesar
nada,

no valer
la miseria
del universo, quiero ser
un invisible buque que surque tu arroyo,

quiero tapar el charco
que utilizas de flor,

y cada mañana que no me recuerdes,
ser yo el tifón que moja
los pisos de caca de tu castillo en la nube.

La fuente, seca la arteria.
Viuda conciencia del ayer infinito.
Y nosotras pensamos que siempre,
cual hasta la victoria, era.

Seca la estría, un vetusto
anonimato del beso borracho.
Huérfano hermano de la etílica noche:
nadie lo culpa y las voces que llenan
la bruta emisión irrisoria de justificaciones,
nadie conoce, por que nosotras no somos,
nunca hemos sido, la magia el momento,
de atiborrados rincones de corazón roído. Tomaré
las fustas en ambas alas cerradas.

Renegarán de todos, ellas que saben
el secreto y la muerte, renegarán
de cada espasmo
y surtirán los atisbos atascados por la pesadilla.

Ellas que saben lo que pesa el caudal,
la gran pesadilla de dorada apariencia.

Y sus hijos, todos bajo la tierra que vuela sobre la tierra.
Y sus abrazos, inválidos anacoretas postrados en supersticiones.
Y sus a m o r e s, hediendo la mezcla de la soledad y el dinero.