Me encuentro, a veces, casi siempre, conmigo,
en una posesión total de un demonio
que es único mejor amigo: esa unidad psicosomática
que dispara fuego en honor de los sueños,
de los recuerdos e imaginaciones nominadas
con una A al final, del caudal sin diques apoderándose del todo,
de lo más verdadero de la verdad que se refriega
por cualquier recoveco cálido y jugoso, de lo prohibido
y lo danzado que nadie arrebata jamás
a la remembranza patrona del futuro:
de esa que se vanagloria onanistamente el corazón del amante.
Fácil es ver la puerta del edén esos instantes
en los que suena su diminuta melodía eterna
con eternos retornos a lo fugaz de su aparición,
que hace que sea exquisito eso mismo, repitiéndose
varias veces en el mismo instante,
como una música eléctrica que hace chocar los átomos
hasta que provocan inaguantables cosquillitas íntimas,
y si bien mejor es compartido a la luz de una vela amorosa
y todas esas cosas que significan la buena-vida
o que dicen que es pecado, Oh! Señor;
también es un soliloquio de genio el sobrevolar
a esos paraísos solo, con las imágenes camaradas
capturadas en su mejor momento,
con las faltas de tiempo y de dinero que configuran algunas existencias,
con los deseos escondidos como unos perros ardorosos
que temen morder demasiado fuerte lo que tocan.
Con los sentidos abiertos a todos los sentidos de la palabra sexo en la boca.
Con la mano abierta: herramienta que hizo evolucionar al hombre.
6/29/2013
6/16/2013
Quisiera
no sentir el aliento de un demonio
cuando
observo ese oscuro panorama. Lo sé,
el
futuro es una perspectiva más:
si una
ampolleta se prendiera, nadie tropezaría.
No me
encuentro en este enorme día.
Es ahí,
cerca del corazón como metonimia,
como
abrazo, donde sostengo un castillo
sobre
mi lomo exhausto.
¿Vértigo?
Lo mejor sería una caída hacía arriba.
¿Y qué
es la culpa sino otra de las deudas?
Usureros
que penetran incluso hasta los sentidos.
No lo quise
hacer, empujar un muro
con una
espada pinchando en la espalda
requiere
de fuerza
desmedida
y descontrolada.
Si el
amor no matara
no
sería más que las viles vueltas en derredor de la vida.
No
obstante canciones de agonía pululan de sobra
por
entre los caminos eternos de panfletos y libracos,
y yo
quiero llevarte a danzar sobre esos astros,
esos que
el mundo ve desde lo lejos.
Mis lágrimas
se han petrificado, sólo me basta lanzarlas
contra
los espejos y soñar
que
todo cambiara para bien nuestro.
6/11/2013
Escriben mal. Los libros que les impusieron el día de amar la lectura, les golpearon el cachete y en esa mejilla irritada de la adolescencia el asco hizo que ya jamás les interesará coger un manual de existencia. ¿A quién le importa Eduardo Barrios e Isabel Allende, si en sus mansiones los niños que juegan a la botella no se asomaban en la vereda?… Desde entonces, salió mal el amor… Tuvieron hijos a los dieciséis años, se quedaron con el primer simio que pudiese arrendar un apartamento barato en una población cualquiera de esas de las que está llena la periferia (la idea era alejarse lo más posible de sus madres, mujeres que irónicamente escapaban de la misma maldición), independientemente su carácter fuese peligroso y un par de cachetadas fuesen mal vistas por el resto de los paisanos que sólo se preocupan de comentar sus fracasos… Las nenas justificaron el maltrato, y sus hijos hicieron bullyng en el colegio y a veces llegaron sangrando, y les pusieron protecciones a las ventanas y aislaron el sonido de las discusiones en las que el marido las desvalidava hasta el extremo... y pensaron "así es la vida" y todo siguió sucediendo...
6/05/2013
Pasan
los segundos de esta manera. No es la primera vez que las semanas son un puro
día y los días son una infernal hora en que la noche y la mañana se transforman
en una bestia que oprime a manera de angustia, derrochando el tiempo como un
apostador que coloca sus esperanzas en una estúpida ficha, sus energías presas en
un galón de cerveza o en una ilusión malsana de sexo sin amor.
Si tan
sólo volviera a ser un niño y esperar la oscuridad de la navidad fuese la meta
más concreta del tiempo, los juguetes y las bebidas en las cenas familiares la
respuesta a un pequeño sacrificio que no implica heridas en el corazón, ni
siquiera sé si estaría conforme con mi existencia, ya que igualmente seguiría
dependiendo de otros.
Observo
a mis gatos recorrer la casa como si esta fuera el universo completo, me siento
mal conmigo mismo pues si yo fuese el dios que ellos deben considerarme por el
hecho de darles comida y agua, calor y cariño, y castigarlos cuando arañan los
brazos del sofá, seguiría siendo un tirano que los mantiene encerrados y les
priva de su libertad de ser lo que son. Soy también yo como las iglesias que
dicen conocer la palabra del dios de la mayor parte de los hombres: una cómoda
mentira para esclavos que no quieren problemas y se acostumbraron a recibir las
migajas del enorme pan de los dueños de sus destinos, los que les imponen el
bien y el mal.
Y aunque
confundido analizo la felicidad del que tiene un nuevo automóvil, sólo me gustaría
vivir a mi manera sin el juicio de los que compran objetos para llenar sus
vacíos. Es imposible competir en una instancia que no te pertenece, es como
poner en desafío a una soprano con un boxeador, como echar a pelear una
golondrina con una hiena. Si yo prefiero un libro a una cadena de oro, la paz y
el respeto a la falsa zalamería de un esquirol con su patroncito, viajar a
pagar toda mi vida una casa que el tiempo deteriora igual que al cuerpo humano,
disfrutar haciendo mi trabajo y no sentirme como el engranaje de una sucia
maquina de la que saca provecho un millonario viejo insensible, fumar marihuana
a desperdiciar mis pensamientos en cómo pagar una cuota a fin de mes, decir
siempre la verdad aunque se desordene un ciclo completo de condicionamiento
social, amar antes que la soledad me acongoje y se transforme en una enfermedad…
No veo porqué algunas personas se sientan con el derecho de despreciarme…
A veces,
cuando en derredor alguna alma acomplejada con su pobreza cree que atropellándome
con su televisor de 42 pulgadas es mejor persona que yo, quisiera ser un idiota
más y llenar mis bolsillos sin mirar las montañas ni la luna, pero para mi
buena fortuna aquello me resulta imposible.
Mejor aprenderé
a amar mis depresiones y cuando pasen las semanas, los meses y los años,
convertidos en esa bestia que oprime como angustia, invitaré al horrible animal
a correr por el parque mientras ando en mi bicicleta imaginaria escuchando la
música de la libertad.
6/02/2013
Camino en
la noche por la población.
Quiero comprar
cigarros y hace demasiado frío.
La noche otorga un manto natural
para la
decadencia del vencido
y en la
esquina dónde está pequeñamente edificada
la “animita”
de un sujeto que murió baleado,
una
tropa de desposeídos mendigan una moneda
para que jamás se les acabe el vino.
Odio las
rutinas. Ver permanente
a
quienes no quieres ver
o
repetir constantemente la palabra –no-
tarde o
temprano te produce una violencia…
Llevaba
tres días alejado de la realidad en envases metálicos,
que se
convirtiera en vicio esa sensación
de que
todo es posible
no se
comparaba con el gasto de dinero
que
implicaba sentir constantemente placer por la existencia.
Nada me
daba miedo
y esa
pensé yo que era la sensación del suicida
antes
de mantener constantemente el extremo sensorial
de que
ya nada importa.
Si alguien
pensará que me quiero morir
debería argumentar sin los actos mi percepción
de las cosas…
Tenía
mucho frío, tuve que caminar más de la cuenta
para
conseguir mis cigarros…
Al
pasar por enfrente de los saltimbanquis excluidos,
uno de
ellos me pidió una moneda,
lo
ignoré completamente
y este
reaccionó con una profunda indignación
como si
yo lo hubiese ofendido…
Me
trató de mezquino, de Judío y de oveja,
mas no
consideró que yo estaba igualmente abatido.
Me devolví
hasta su manada y le escupí la cara,
lo
derribé y lo patee anonadado
porqué
ninguno de sus comensales hacía nada…
desahogue
mi frustración y nadie dijo nada,
nadie
dijo nada…
Te oí
decir que el amor tenía un componente adolescente que siempre terminaba en lo
mismo y transformaba a las otras personas en objeto de preocupación disfrazada
de lejanía absoluta y meros recuerdos que unen de manera muy poco frecuente las
vidas de los involucrados… a veces has manifestado que te gusta que yo sea
feliz con otra mujer, que te sientes orgullosa, que tú también eres feliz con otro.
Pero querida, no te das cuenta de que yo estoy en tu vida y de que tú me
importas tanto… a veces quisiera besarte de nuevo y disfrutar ese momento como
una caricia de alguna deidad que me otorgo aquel milagro.
6/01/2013
Reflexiono
siempre. Me siento mal la mayor parte del tiempo, soy depresivo y no es para
nada genético a pesar de que mis padres padecen una melancolía crónica
separados. Se la gané al director del hospital psiquiátrico de la U de Chile, y
nos hicimos amigos pues él temía que yo me
suicidará igual que su amigo Rodrigo Lira. Él me encontraba físicamente parecido
al vate y el hecho de que yo fuera poeta lo evocaba más aún, estaba engordando
paulatinamente no por comer en el macdonals sino por beber en demasía (el
alcohol es azúcar)… Para el doctor Lewis Rasco nuestras sesiones eran
intercambiar poemas; me daba consejos sobre como amar a una mujer, desde la
ciencia obviamente, así que jamás funcionaron en la realidad y pasaba la gran
parte del tiempo solo. Cada vez que me iba de la consulta él me abrazaba tan
fraternamente que me instruyó en como abrazar a mi Padre y a mis hermanos (pues
estábamos tan recatados producto de la dictadura que encontrábamos de “maricones”
darnos un beso en la mejilla…) me enseñó a aceptarme como un guerrero, alguien
que necesita sedarse del universo para convivir con la injusticia, jamás cuestionó
mis adicciones al alcohol y a otras drogas ilegales, de hecho prefería que
fumará yerba a qué la marginalidad me arrastrará a los laboratorios químicos de
los ghetos colombianos… Fue un gran maestro para mí…
Un día
me propuso ser el conejillo de indias de un revolucionario proyecto de
antidepresivos norteamericanos, me dijo que todo lo que yo iba a experimentar en
los laboratorios clínicos de la U de chile, tenía un valor monetario que
sobrepasaba el presupuesto de un sujeto de clase media común... Que me iba a curar, que jamás
volvería a sentir pena…
Me
llevaron a los subterráneos del hospital psiquiátrico de avenida la Paz (nadie
conoce esas instalaciones) debo reconocer que me asusté. Más aún cuando una
enfermera con notorio aspecto de no haber salido nunca de allí me dio unas
pastillas celestes y un líquido incoloro en un matraz erlenmeyer que me hizo
aspirar cual si fuese la bolsa de neopren de un mendigo joven y suicida de los
años ochenta… A esas alturas ya estaba suficientemente vulnerable para que
inyectaran agujas en mi cabeza y sintiera como el acero penetraba mi masa encefálica
sin oponer resisitencia… había cables conectados a las agujas y muchos doctores
veían en un monitor HD como me retorcía de miedo, dolor y ganas de salir de ahí…
Estaba muy drogado, muy sedado, mas de pronto sentí como se me dilataban las
pupilas y una fuerza enorme poseía todos mis músculos… me desprendí de todos
los electrodos, golpeé a un par de paramédicos, rompí un vitral de espejo
unilateral y me dieron unos deseos lujuriosos inexplicables… violé a una joven practicante
sin sentir los golpes de fierro que me propinaban los hombres de blanco… al
acabar me puse aún más violento y mi fuerza se incrementó… le saqué un ojo a un
viejo soberbio que pedía que me dispararan y patee tan fuerte al guardia de
seguridad que ni siquiera alcanzó a disparar su pistola… cogí su arma y me
escape por los pasillos, desnudo y clavado por miles de agujas… le disparé a
quienes se me cruzaban, no importaba si eran “inocentes”…en la calle le volví a
disparar a un tipo calvo que yacía muerto en un 4x4 y me fui en su auto hasta
una plaza, de ahí le disparé en la cabeza a un sujeto de similares proporciones
a la mías y caminé como si nada hasta el día de hoy…
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