Quisiera
no sentir el aliento de un demonio
cuando
observo ese oscuro panorama. Lo sé,
el
futuro es una perspectiva más:
si una
ampolleta se prendiera, nadie tropezaría.
No me
encuentro en este enorme día.
Es ahí,
cerca del corazón como metonimia,
como
abrazo, donde sostengo un castillo
sobre
mi lomo exhausto.
¿Vértigo?
Lo mejor sería una caída hacía arriba.
¿Y qué
es la culpa sino otra de las deudas?
Usureros
que penetran incluso hasta los sentidos.
No lo quise
hacer, empujar un muro
con una
espada pinchando en la espalda
requiere
de fuerza
desmedida
y descontrolada.
Si el
amor no matara
no
sería más que las viles vueltas en derredor de la vida.
No
obstante canciones de agonía pululan de sobra
por
entre los caminos eternos de panfletos y libracos,
y yo
quiero llevarte a danzar sobre esos astros,
esos que
el mundo ve desde lo lejos.
Mis lágrimas
se han petrificado, sólo me basta lanzarlas
contra
los espejos y soñar
que
todo cambiara para bien nuestro.
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