6/11/2013

Escriben mal. Los libros que les impusieron el día de amar la lectura, les golpearon el cachete y en esa mejilla irritada de la adolescencia el asco hizo que ya jamás les interesará coger un manual de existencia. ¿A quién le importa Eduardo Barrios e Isabel Allende, si en sus mansiones los niños que juegan a la botella no se asomaban en la vereda?… Desde entonces, salió mal el amor… Tuvieron hijos a los dieciséis años, se quedaron con el primer simio que pudiese arrendar un apartamento barato en una población cualquiera de esas de las que está llena la periferia (la idea era alejarse lo más posible de sus madres, mujeres que irónicamente escapaban de la misma maldición), independientemente su carácter fuese peligroso y un par de cachetadas fuesen mal vistas por el resto de los paisanos que sólo se preocupan de comentar sus fracasos… Las nenas justificaron el maltrato, y sus hijos hicieron bullyng en el colegio y a veces llegaron sangrando, y les pusieron protecciones a las ventanas y aislaron el sonido de las discusiones en las que el marido las desvalidava hasta el extremo... y pensaron "así es la vida" y todo siguió sucediendo...

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