8/29/2012

Estaba pensando en mi Padre, en mis viejos Profesores, en uno que otro Amigo de más edad que en aquel instante, en que yo era impetuoso adolescente, a pesar de qué me amaban profundamente o por lo menos me estimaban y deseaban lo mejor para mí en contra de mi voluntad, fueron víctimas de mi soberbia asesina, de mi violencia indiferente… Lamentable o positivamente, ya no puedo hacer nada por reivindicar ese pasado. No creo en el arrepentimiento, ya que eso da para muchas aberraciones. Sin embargo, ahora tengo algo muy claro, ahora qué yo estoy al otro lado de la moneda del tiempo y mis paradigmas se configuraron como un color con matices: no me afectaran las violencias ni el ímpetu adolescente, por el contrario, los comprenderé plenamente, y romperé el circulo vicioso de las revoluciones y las contrarrevoluciones estúpidas que nos desenfocan como clase de la verdadera y única revolución, la revolución contra dios capital y sus perros emperadores que con toda su maquinaria homicida y propagandística pretenden hundirnos en la ignorancia y la apatía…

8/09/2012

En un lugar extraño, no era ni la mezcla de huellas mnémicas ni la imagen de la vigilia anterior de algún filme sobre Marte, o quizás otros planetas que me hayan impactado de un modo tal qué se tatuaran en forma de contexto para mi próxima visión. No era ninguno de los países que conozco. Era un paisaje más bien desértico o similar a una nación oriental que recientemente ha comenzado a urbanizarse. Me encontraba algo furioso con lo que observaba. Tenía los pelos erizados de rabia contra el infantilismo de unos adolescentes que se golpeaban entre ellos con artefactos antiguos como de aspecto metálico y brillante, de una artesanía artística superior, bellos; parecían pertenecer a una civilización antigua aparentemente mucho más evolucionada (a pesar de qué estoy completamente consciente de la paradoja que resulta lo que estoy describiendo). De pronto, en ese insólito ambiente, sobre una especie de parque sin árboles ni pasto, en su vasto y a la vez limitado por el cielo paisaje, en su enorme centro, en medio de la tierra amarilla, aparecía una gran excavación, un pozo sin final cubierto de nubes que dejaban entrever el vació del fondo invisible del foramen; vi a uno de los muchachos que motivaban mi ira, qué ahora eran por lo menos veintinueve, dirigirse a él, con clara intención de saltar. Intenté increparlo desde una de las orillas del abismo, pero éste ignorándome se aventó hasta donde se acababa el borde, y comenzó a caminar sobre la nada pronunciando un ensalmo que sólo recuerdo incluía en una de las frases la palabra -niebla-. Caminaba en el aire! Todos empezaron a caminar en el aire, sobre el oxigeno, con el viento bajo los pasos. Se formaron múltiples dimensiones hacia abajo del precipicio. Revoloteaban en el abstracto muchas siluetas. Por describirlo de alguna forma, en vista de lo absurdo e inimaginable de la situación, en la segunda de las superficies etéreas, iba corriendo una muchacha, una niña pequeña que era especial para mí, por una razón que desconocía. Me miraba con sus ojos gigantescos que se disminuían cuando se manifestaban detrás de sus gafas, me decía “!tío, venga!” Y yo estaba demasiado angustiado, le pedía que regresase hasta mí, sentía sus abrazos cálidos desvaneciéndose raudamente dolorosos; ella reía extasiada mientras mi desesperación me hacía sudar un ácido que me quemaba en forma de transpiración helada. En un segundo, desde arriba, desde la orilla de la superficie firme, como quien mira la ciudad subido en un ascensor periférico, comencé a distinguir grietas que se reproducían rápidamente sobre el intangible suelo de los alegres niños caminantes encima de la nada. Y todo adquiría algo de sentido, las dimensiones estaban delimitadas como con un vidrio, un cristal tan pulcro y frágil que ahora inevitablemente se rompía. Comenzaron a caer gritando exasperados, ella ya no se veía. Me alejé llorando en busca de socorro y llegué hasta una iglesia de madera, una media agua, una suerte de capilla. En el interior de ese templecillo se realizaba un velorio. Había un ataúd al medio, se rodeaba de banquillos de madera con mujeres de luto que rezaban el rosario judeocristiano, había una fila para ver detrás de la ventanilla el contenido del féretro. El primero de la línea de cabizbajos personajes en espera, era una especie de carabinero. Se reía jocoso. Quise golpearlo brutalmente pero me fui directo a colgarme del borde del cajón. En él, y para mi mayor sorpresa en relación a lo que recientemente había sucedido (intentad si podes imaginadlo!)… Había una muñeca, una de esas muñecas antiguas de grandes pestañas rígidas, esas que cerraban sus enormes parpados plásticos, ocultando sus ojos vidriosos, cuando las acostabas…

8/05/2012

Estoy emocionado, viejo y amarillo, solo en la casa tan grande y pequeña; mi esposa está algo molesta conmigo, a veces olvida que estoy loco de remate. Se ha ido de viaje este fin de semana, es comprensible que necesite extrañarme para recordar que me ama. Hay lágrimas a punto de salir de la cárcel de la mirada perdida en la línea difusa que separa la realidad del recuerdo, el paisaje del cielo, la felicidad del deseo de llorar sin motivos concretos, sin perdidas objetivas ni subjetivas ni nada por el estilo. Suspirar en un acto simbólico que de vez en cuando marca algunas diferencias, las gotitas pequeñas se alegran de ver la luz de mi tristeza por primera y única vez, de la melancolía que las generó tan perfectas, de la angustia que les enseñó a ser indiferentes y rodar por mis pómulos como quien sube una montaña nevada por los años que te tornan plateada la barba, es una posibilidad intransigente. Tengo pena? No! Solamente añoro unos momentos, unas lapidas con epitafios sinceramente tallados en la piedra, situaciones hermosas escritas tan perfectamente en la historia… Según algunos de mis ensayos y uno de mis mil trescientos libros, la depresión es un fenómeno extremadamente pomposo… Imágenes, los afectos, considero que estoy pasando por una instancia de extrañar a mis creadores… Por sobre todo a las compañeras y maestras del amor sexual, a esas centenares de mujeres bellas, a los chiflados obsesos y psicópatas de mis amigos, a los drogadictos, a los borrachos, a los lujuriosos, a los sibaritas, al Lumpenproletariado y a los burgueses hedonistas que vieron en mi una puerta… Considero que tampoco es menor el hecho de recordar con nostalgia los paisajes que me rodearon mientras estaba con las personas más hermosas, con los punks y los nihilistas. Los bares de la ciudad que me maleducó al nacer, mi último cuchitril, en Providencia, antes de embarcarme hacía Venezuela y darme cuenta que la teoría dista años luz de la práctica, las chinganas de todos los países tercermundistas, la Universidad de las Artes y las Ciencias Sociales, el 7 y los moteles de Santiagocentro, Valparaiso, Coquimbo, el Valle del Elquí y la Serena… etc, etc, la tierra es un lugar mágico y maravilloso que sólo se aprecia cuando no están los hombres… Estoy emocionado, el pasado es nuestro único tesoro Y yo soy un hombre rico.