3/31/2012

Laindeseable


Consideraba cuatro pelos,

de tu cola

uno que quizá no llamaba mucho la atención,

el otro estaba en tu cabellera quemada

como un cerro de Renca en verano

cuando bajan los monos

a quinientos pesos.

El tercero estaba en tu cama

cuando se enojaba con su mujer y deseaba

descargarse

de dilemas propios de una formalidad difícil de asumir

para quien no ha viajado por los mundos

que son las diversas mujeres que ama el viajero.

El cuarto, era tu cuarto siempre desordenado

cual un cuchitril de pintor fracasado

que solamente lograba evocar el paisaje que nunca pintó,

el paisaje más bello, en su delirio etílico

que lo hacía fallecer cada vez que lloraba.

La verdad es que más no podrías haber sido.

A veces me robabas la comida

y no era ese el problema

pues lo peor era qué pensabas

que yo no sabía absolutamente nada

y me sonreías cada mañana

con la expresión de un payaso en una fotografía.

Si no me hubieses despreciado tanto

como yo a ti quizá

hubiésemos sido enemigos

y una energía nos ataría,

pero cuando miraba tus axilas

era una pereza mortal lo que veía en tu cara,

era la que me obligaba a escupirte

la verdad

con esa diplomacia característica de quien desea follar.

No servías para nada más.

Bien lo sabía también tu amante,

él entraba a escondidas por la ventana

era un gato roñoso que llenó de piojos mi casa

he incluso dejó en el baño su shampoo de cuasia

y cocinó omelette en las mañanas cuando yo partía a la cosecha.

A mí jamás me molestó la pobreza

salvo cuando te fumabas mi billetera

y después cacareabas contra un sistema injusto

que curiosamente resultó ser tu único maestro.

Decías cosas tan atrevidas como “yo soy sensible”

en circunstancias que tu cama parecía un iglú negro

empapado de grosería y música a volumen moderado.

Engañaste a un caracol del patio vecino

y lo volviste tu cómplice arruinando todas las flores

del jardín

infantil.

Pudiese decirse que eras una perra

pero ni siquiera eras amable ni meneabas el rabo,

podría haberse dicho que eras una víbora

pero en ti no había misterio ni elegancia ni poesía

por el contrario, pasabas tardes completas en un gimnasio

endureciendo tus brazos,

tus caderas y tu corazón

en un mar de hedonismo que te causaba confusiones homosexuales

que desembocaban en tu mismo cuerpo.

Tenías unas espaldas anchas como un marino sumiso

que salta al abordaje de una barcaza enemiga

en busca de cualquier bala. Y por eso estabas muerta

por dentro, igual a las manzanas agusanadas

que envenenaban

a las princesas que de cuando en vez me salvaban,

aunque consumieses “bebidas sanas”

bebidas que te mantenían atada a la nada

nada parecidas a los tragos que yo consumía,

para volar de la miseria que compartíamos

y que tú tanto criticabas, al verme

envidiosa desde el piso del infierno

de tus complejos vanos.

Yo a ti no te creo tus rezos ni tus ensalmos ni alabanzas.

Eres una peste que se engaña a si misma

para creer que todos son cuerpos para infectar

con tu triste veneno

y aún así te consideras perfecta.

3/19/2012


He robado un banco judío.
Raudamente huyo paranoico.
Los billetes que hurté aparecen y desaparecen en mis bolsillos.
Salto muros oscuros en ciudades periféricas
empero no son de apariencia urbana sino que más bien parecen
esas altas murallas de hormigón que hay entre las fronteras
de los países sudamericanos.
No sé bien si es a través de un teléfono o en persona
pero entretanto me introduzco en una mansión y robo ropa de marca,
unos zapatos caros y un sombrero alón,
alguien me recomienda que salga del país.


En eso, mientras me escondo de policías
y hombres sospechosos de ser perros de los ricos,
comienzo a creer que resulta descabellado atravesar la frontera hacía el Perú.
pues ya las fuerzas armadas me andan buscando
y evidentemente me cazaran al cruzar por la aduna.
Nuevamente ese alguien, no sé aún si es voz o persona,
me alienta a la decisión,
incluso recomendándome que mi viaje sea en avión
con destino a Cuba o a Europa.
Me dice que la P.D.I. demora 24 horas
en transmitir la información sobre los robos cometidos a sus pares…


Luego, aparezco en un lugar similar a la antigua calle principal de Quilicura.
Voy con Claudio.
Me siento muy bien, visto tal y como me gusta,
sin límites económicos; conversamos, le invito una cerveza.
Pasamos por fuera de unos locales en forma de arcos,
seguimos de largo unos pasos, nos devolvemos y entramos en un garito.


Veo a mucha gente comiendo y bebiendo en mesas cuadradas
muy próximas unas de otras.
Hay una mujer que me llama poderosamente la atención,
tiene grandes y brillantes ojos grises,
mas sé que son lentes de contacto,
está en una mesa llena de ensaladas rojas y verdes,
al parecer, con toda su familia.
Nos miramos un rato largo y todo terminó con la alarma del despertador.



3/07/2012


Si el perfil, como sádica prueba

de la imagen (putita),

cuando los ojos dicen la verdad del deseo,

te quisiese muerta; obviamente,

todas te condenarían a la hoguera,

pues eres bella como las estrellas

cuando iluminan las noches de sexo

en las montañas del amor malsano.

Todas reconocen en ti

la potencialidad

de la flecha de Cupido en las noches inciertas,

pues tus piernas tienen el color de las piernas

cuando están abiertas cual las noches al sueño

de cualquier transeúnte que esté lleno de carencias.

Y los matices del alma gimen inconscientemente.

Tus olores son una colección de muchos monos

compitiendo por esa atención que ninguno comprende.

Conozco todas las montañas que ha movido el dinero

me resulta imposible regresar al patio de Eva:

cualquiera es un diablo con esa firma en el contrato.

Hay tantas de sus almas en mi propiedad

del corazón roto, queridas sin nombre

que me dedicaré a coleccionar ángeles

como un dios con fijaciones anales al borde del delirio.

3/02/2012

AMAZONAS


Iba con ella, iba hablando

incoherentes soluciones para salvar la vida.

Quise platicarle de mis necesidades, de mis problemas,

que por aquel entonces eran un par de dragones

invisibles que agresivamente me roían los pies

de la tierra,

haciéndome volar hasta el lugar donde nadie iba a comprenderme,

una especie de castigo griego

a un semidiós rebelde que quiere ser libre y dios.

Pero iba con ella, me sentía seguro

porqué esa era la única manera de andar a su lado.

Que no me dijese más que reafirmaciones a mi ego,

no me hacía pensar mal de ella, al contrario

veía en sus sentencias las mágicas palabras:

“sigue adelante”,

“sin miedo”,

“eres todo lo que quieras ser”,

Y me fui persiguiéndola hasta Brasil,

a horas que ya no regresaban

al arsenal de la energía suficiente

que se usa para ser “responsable”

las fuerzas capaces para soportar la melancolía.

Estuve con ella antes

de que se uniese nuevamente con sus hermanas

Amazonas

y qué su mayor afán fuera rebelarme

algunos secretos de las mujeres que tienen los ojos abiertos.