10/30/2009



VICIOS

Y mi nariz ansía
el latigazo albino de la euforia
evocada por la alquimia posmoderna
y su sabor a fierro reventándome los vasos
y formando el rosado orfeón
del plasma desconocido
en otros metales mundanos y veleidosos.

Y los subsuelos de la conciencia
deformándose en su personalidad
particular y variable
como la naturaleza postrera,
subyugando a los días cotidianos
de la melancolía imaginando su confluencia
en los animales puros que ya ni pululan
en las selvas del egocentrismo.

Y la paranoia,
esa desconfianza productiva de los gatos,
y los gorriones,
de los insectos más nobles que proliferan
entre las flores sirviéndoles a la vida.
Esa sensación filosófica de la autonomía sensitiva
que espera encontrarse en el espejo del tiempo
que no existe.

Y las mujeres aunadas a la entrada del ser,
decorando los barriales, las sombras, los deslices,
el amor y la maternidad
cual un juego evolutivo en el que siempre se espera
ganar el final.

Y la nada, un paraíso habitable
impregnado de prejuicios
que bien se limpian con cloro para seguir
siendo nada.

Y en mi mano la navaja, la piedra,
y el puño, y mi pluma estupida y una pistola
cargada con un crimen anterior,
decimos: adiós, nadie nos conoce,
somos libres como la paloma coja
que espera su muerte sin juicio,
como cualquier (oveja) cristiana.

10/23/2009

Kamasutra




Desalmado verdugo
la divagación que aprieta mi cuello,
un sitio eterno y punzante
que debajo de él exhibe el signo degenerado.
Sus ojos están hechos de lacrimosa esencia
y cada pestaña, digo la forma de la cuerda
de la lira erotizada, es un cúmulo de algas
que quisiesen esconder con su negro pudor
el arma creadora de los dioses cavilantes.
Empero sin lograr el cometido estético de la poética alabanza
del deseo sublimado en una palabra poderosa,
se corre y explota, en su danza coloquial
de lo íntimo y difuso de la imaginación morisca,
esbozando los satánicos iconos de seres extraordinarios
con miles de brazos
miles de piernas,
con lenguas perennes que ahorcan los bandullos.
Tengo en las manos la araña de la vida,
vigoroso instrumento la evocación de las figuras
férvidas y vanidosas de la hembra original,
empuñando en el vértice oloroso de las piernas
el centro donde confluye la sangre del corazón.
Cercanas montañas elevadas o no,
eminencias coronadas por la diadema rojiza
que se erecta hacia el cielo clamando por los dientes:
el mar de mi lengua le adhiere ese nimbo.
El camino dorado, esa calle de carne con el bache umbilical.
No sé si desciendo hasta llegar al origen.
La rosa del viento se ha desquiciado,
le dibujo la espalda sobre el esquema perfecto
que deviene el flanco irritado por el azote de la palma ansiosa;
he de besar también en su secreto. He de chupar
y transgredir los gametos,
siento su flujo recorrer los conductos
¡será esto el sortilegio! Le susurro
en el oído roído por mis vahos agitados
en su retaguardia humedecida.
Su respuesta es un grito que no oscila en los polos
del dolor o el placer, su grito es la respuesta de la muerte.

MATRIA



MATRIA

Constantemente al exilio
de la paz programada me arrimo
y, detenido frente al cristal del espacio soberbio,
sus romanos dibujan en mi lomo el seudónimo
del misérrimo tiempo que cambia de nombre.
Hay una queja empuñada en mi mano exploradora:
he de retornar al país subjetivo
donde se diluye la contradicción
y cualquier dicotomía
en pos de la lucha
de la nada
con el todo.
Ya lo sé, mujer, no somos las almas.
Una tormenta sin rayos ni truenos ni aguas:
el secreto paraíso sin nomenclaturas dogmáticas
que tu irónica e hiriente exhalas y llamas,
serena y melancólica, personalidad del infierno
y trastornos postmodernos progresivos mortales.
Me asomo en su frontera que es toda
la extensión de un vetusto castellano
desconfigurado y metafísico,
pretendiendo escandaloso trepar el edificio
utilizando las botellas para encender los precipicios
y recoger del cielo los frutos polimorfos
del árbol genealógico de la humanidad completa.
Voy a hacer que mis madres me aborten de antemano
y con mis sucios estigmas agiten las banderas negras
de todas las tierras que bullen la lagrima
conciben bataclanas y cabizbajos neófitos
a sabiendas de la calle y su amplio berretín
que derrite el concepto
popular
del asfalto.
Cada palabra será un animal inconsciente
cual la mismísima existencia elaborando paradigmas
para reírme un momento y que el momento se ría de mi
y genere una eyaculación retardada y confusa.
Serán de los valles las explosiones del átomo
mirado de lejos, años luz de los brillos.
Serán de los puertos los monólogos del mono iluso
que se asemeja al sujeto que somete al folio vacío.
Serán de los bosques los aromas sonrientes,
los humos filosóficos que, en paranoia, desenmarcan
sociedades malditas,
dado que cada letra son los puntos aunados
como cuando florecen los muros
y se limpian los jardines
del dios imperante que se viste de gala.
Es este territorio y lo demás no importa
yo me voy y regreso construyendo palafitos
que me sequen de mis ansias de dormirme en tus mareas.
Para ser yo siempre regresando a tu geografía.