12/24/2012

La Triste Difamadora


A veces, se cae el sol de otro universo
y por capricho busco en mis dolores
un bisturí color rosa que me recuerde que sé volar
por sobre todas las cosas, me gusta leer los reclamos,
travestidos de poesía, tan unilaterales
                 del despecho de su alma vacía.
Disparar sin respuesta es propio de los soldados
de plomo mutilados, llorones y mal criados.
Saber que anhela tanto ponerme de medalla
entre las alas de su seno todavía,
llorándole una gota de metal liquido en el abdomen,
pidiéndole limosna con las manos amarradas al catre
y grabarlo en una cinta de cromo
y por sobre todo que la trate como una reina déspota,
lamiéndole los pies y todos los vértices
en una loca orgía de fracasados y perdedores.
Saber que le hace creer a todo el mundo
que salió del infierno cojeando
para intentar vengarse de la vida,
que sobrevivió a la putrefacción,
que yo era el diablo que la mantenía cautiva,
que le robé toda su belleza, partiéndole la cara
contra la muralla que separaba la vida de la vida.
No obstante Satanás no se parece en nada a mí
(salvo la barba de chivo y una verga gamberra).
Me gusta saber que existen insectos decrépitos
y delirantes que la abalan y la celebran,
que exacerban su esquizofrenia que suele proyectar en mí,
mientras la proyectan ellos en Ella.
Pero me gustaría aún más que supiera
cómo es la cara de la felicidad:
morena, con ojos claros y dientes perfectos,
cómo es el éxito: el reconocimiento,
tocan a la puerta para estar a tu lado en una fotografía,
cómo es el amor, el derroche, los viajes por el mundo,
por los mundos, el amor, la hermosura, la cultura, la lucha,
el respeto, la seguridad… la riqueza, los paisajes sublimes,
la familia, la casta, el clan.
Me gustaría que alguna vez conociese a un verdadero Padre
para que alguna vez deje de gimotear… 

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