7/25/2012

Sólo son pequeños vicios cuando me vuelvo loco, tengo unas heridas demasiado escondidas en la pública luz de la luna como para jugar con fuego a diestra y siniestra, olvidando el precipicio que me vio seguir cayendo hacía el mundo de la realidad donde jamás se puede volver a estar ciego por más que te emborraches y disfrutes entre las piernas de la fiesta eterna de la bohemia y su misericordia. A la vuelta de la esquina otra ciudad difusamente me condena a través de algunas criaturas peludas y despechadas, chillonas víctimas por vocación. El mundo está plagado de jueces amnésicos, de asmas susurrantes y sidas graciosos como payasos superdotados, de patadas en la nuca y empresarios que rezan cual una burla al miserable rey de los judíos de yeso que los mira desde the wall. Cuando quiero huir mis manos sudan un oleo incontrolable el agua no escapa entre mis dedos y me ahoga con palabras protocolarmente imprecisas para designar el odio que rumeo como una vaca carnívora al borde de la extinción constante.

No hay comentarios.: