6/09/2010

Ahora los saldos menesterosos y amarillos

todos los jirones de aventuras

y funerales exigentes.

Habían madrugadas gélidas

allende sin pelaje explotaban contra charcos

de incidencias los mínimos recursos

de un atado enmarañado del terror cotidiano

y el león en la habitación de cristal apunto

de quebrar la ventana y escapar…

Sabe la sensación de saltar de babel,

este ciclón pretende enmendar fantasmas escurridizos,

pues cuando intentaron comprimirlos, las grageas

tornáronse vinos, las mujeres: respuestas.

Los versos son las garras de el león vivo

que pulula mustiamente observador en el averno.

Los nervios gritones en su ronda final,

se acerca la noche cargando en sus espaldas

una mañana preciosa: la sensación de la torre

en frente de un querubín libertino y tempestuoso,

la sensación de las cartas de amor incoherente

y abrazos que no importaban en el alud de la rotativa.

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