4/06/2008

NOCTURNO


Y si jamás salí de ahí, donde,
la casa paupérrima, cuando,
cual un botón de una florcilla mera
e irrisoria bajo el ciprés opiáceo
de un vendaval anterior y dispar, su alma
era mía y ella simulaba ser mi madre
cobijándome el demonio
bajo su gran jaula de mentira de amor, creíble
e increíble a la vez que sabrosa.
De su piel de su cariño sideral y su abrazo que reflecta,
de la lucidez que me brinda
detrás de la pantalla terrorífica
de nuestras lúgubres imaginaciones plomizas,
sin licores planos ni polvos de menta metálica. A veces le creo
el beso y me dedico a surcar su espalda con mis dedos:
grandes labradores de suspiros en mi pecho,
a llenarle de semillas albas que derivan al papel,
pero que en el maravilloso conjuro del final
de la fricción explosiva, me dejan en un espacio privado
del ayer y del mañana.
Si no fuese por el aroma de almíbar
en la ventana de mi sabana corroída y maldita,
creería que fue una pesadilla encantadora
en la cual todos se mueren en derredor de ella y ella
se cae en mis brazos desde un árbol más inmenso
que el amor que nos aferra. Contra todo.

No hay comentarios.: