4/18/2008

Ella que se empeña (como el amor, cual su musa,
el mar que se retrae frenético, los bálsamos
que ellas desparramaron sobre el terciopelo
de sus diferencias, el oro y el ónix, olas que golpean
y se retiran sin decir nada, un mar negro, un mar
manchado de saliva de astro, el pelaje que se suelta
como un ave inservible, un pájaro
que trina su propio revolver, blondas madrugadas
que llovían cual si siempre fuese p a s a d o,
océano cobarde que azota la espalda de arena,
y la espalda con lagos de albas semillas,
lagos que se evaporan como los días del humo de la boca
poseída por la playa de la playa que llora impotente, y parecida
a variopintos argumentos del juicio
que se perderá,
sus cabellos no se toparon nunca
con las lisonjas conyugales de la risa venosa,
y las costas,
aquellas que parecen
tan alegres
como los frenesíes de un carnaval de antifaces apretados,
fueron ellas una respuesta idéntica a ti,
incluso como aquellos momentos en que robas mi vida
y regresas a tu propia nada
cual un alma girando en círculos locos
mientras las recuerdo
frente a la última ola,) en escaparse también, de mí.

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