10/19/2007

METRO


En una angustia de fantasía
el pasajero de pie cavila
su observación del rigor.
Piensa a su amada envenenada
de la nada de la espera.
Se desespera de papeles,
de aleaciones importantes,
por lo menos para el mundo.
Un segundo se detiene
frente a la luz de un lugar,
sabe que está mal
porqué está dicho.
Reflexiona su imagen
contra la que suponen todos.
Se ahoga en lodo gris del aire.
Saca su cabeza
por la ventana del metro,
viaja a un paraíso determinado
por los catódicos, por los que le quieren
porqué se quieren,
por las miradas de cada uno
de los que viajan en su misma situación.
Desesperado de promesa
el hombre traza mal la línea
en la mesa. Quizás ya no puede seguir
usando la primera palabra de la frase.
Todo lo que nace muere
y al parecer de pronto aquello se olvida.
No lleva comida en la memoria,
luce su llanto cual accesorio de moda
en la escalera mecánica que lo mueve
un instante hacia arriba, como saliendo
ya del túnel
aunque ni siquiera lo reconoce.

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