3/31/2008

“Quiero volar lejos de aquí escapar, dime mi bien, quién me llorará, si me dan alas y echo a volar. Quiero dormir no quiero despertar, quiero ser la lluvia al otro lado del cristal, quizás alguien me espere en la oscuridad…”

Y la marca llevaba, de pequeño, disturbios,
amores que se pierden de pronto en su inconciente
y lloran y maldicen y lloran y maldicen
como las herencias y las resurrecciones forzadas, las mañanas,
las leches del gato y tibias bocanadas de vapor colegial,
los dibujos animados para el ánimo,
los almuerzos condimentados con amor y frescura,
los abrazos, la compañía, los juegos, los abrazos
los besos que colmaban las mejillas rosadas,
regordetas. Los besos, las lagrimas que evocan
como el viento la remembranza, el cielo, la noche,
gran madre que da de beber hoy los días, días muertos.
Y juro que la conozco, llevo la marca,
juro que ha sido ella, la conozco mejor que lo que ella conoce,
la belleza misma, que no ha emergido, que no a sacado mis ojos
tras el largo viaje, toda eternidad: juro que la conozco,
y lluevo porqué la extraño, porqué mis manos la retuvieron,
porqué en mis pies cargo la soledad,
porqué yo siempre quedo al lado izquierdo de la cruz central
y suelo ser el malo de la última función.

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