3/15/2008

(...)



Entre cajas, vicios, vacíos,
montones, acopio, escamas, lisas
blondas fuera de la raíz y en aire: la línea
en los polos magnetismo y severidad
para envolver con las escamas.

Y las grageas ¡magnánimo
es el sonido de la pe!

Cada kilo que la fibra embrutece, dora,
no caben dos porcelanas
en cinco profilácticos menos el menos que se adhiere
a la herida suturada con la sangre y el canelón.

El vítreo separa el capilar amarillo
que tornado veneno el ayer siempre
es un gran suburbio añejo
en Buenos Ayres, donde sufre doncella
el glamour suripanto que de mi traje bien opaco
otro kilo del camino en las digitales ansias que siempre se empapan
con la casta del estro del mar de la tormenta del final final.

Y trémula la palma cual habito e instinto homogenizados
en la acerada tripa de las venas cuando mi Soledad

es una muñeca calva

como un fetiche sonoro de sombras de redes,
una gran excreción que palidece el flujo y crece,
crece
crece
crece como la pena maniobrada
por las manos de sus manos de sus labios de quinceañera;

yo que tengo todos los años en el saco,
en el sombrero, en el gambox,

y no hay familia que hable
de mis estigmas en la región coxofemoral: soy una voz dicotómica
y mordaz, cada lengua de mi boca
de mis días de mi lengua que se toca con el ónice
melancólico de la nostalgia
perniabierta sobre el bastidor rosadito de la madrugada más tierna.

Y al final el final sólo solo es…

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