3/26/2008

ELECTRICA


Asumamos el litro, las hostias y el sudadero.
Vías entreabiertas al profundo panorama,
tomado de los rallos, los rayos de argento,
las estrellas volteadas para relajar
la inflexible armazón del acero de la herencia.
Deidades antiguas, los círculos que comienzan
por la cabeza en la cola. Magia, subvenir,
hojas y horcas han llegado desde lejanos anillos de los cosmos
con los armatostes silenciosos de la simbología
del amparo íntimo. Cada eco, eco, eco
de las montañas caminantes entre edificios
bombardeados de la saliva mentecata
de los imperios descabezados y gamberros.
Esas jeringas de la boca
de la quimera que montaban los arcángeles neófitos.
Enorme la verbena de las nubes
y la modernidad, se celebra en el palacio negrusco de las auras.
Cada autómata al servicio de los vicios controlados.
Halan los inciensos de los alquimistas magnates,
caminos insurrectos para hacer la espiral del tiempo infinito
como los hijos hebreos del error de la palabra.
Desborda el afluente del hidrogeno y el oxigeno envenenado, acabándose:
es la vida una luz menos artificial que los neutrones;
y han galopado sobre frescos rutilantes, los misterios
del renacimiento: hombres de la mitad superflua de la existencia misma
del medieval capricho de faraones despiertos apuntando constelaciones.
¿Sabe de la posesión del ego y del id
algún santo de los que son yeso? ¿Sabe acaso
la cruz subirse sola a los hombros del imperfecto?
Se hará sublime la yunta que une estos minotauros celosos,
se llenaran los universos de azabache, neón, aleaciones y política.
Montones de mujeres, muertas ya todas las vírgenes,
el tótem ha sido acido derribado por el hijo enfermo,
Magdalenas de los señores parricidas y omnipotentes, del señor
que las lisonjea.
Todas las hermanas le darán la cúspide.
La niña cargará con el Seth de la sangre del clan bajo mi manta.

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