9/13/2008


DESÉRTICA MÍA




De sus hilos dorados: blondas
de toda la savia que bebo
en su cuerpo, las verbenas petulancias
de tiempos carmesí, la hierba de metal
desahogado de sus ojos verdes y rojos
como territorios donde crecen las almendras
y los amores sin forma
cual todas las estrellas juntas en un abrir y cerrar de labios;
y esos labios, siempre quise probarlos de miel,
su crema textura vehemente y límpida, humectante
y sabia, su boca de palabras dolientes de júbilo,
su boca que disfruto como si su alma me entregara
con cada una de sus lenguas
hablando de frente a mi boca.
¿Y qué escribo en su piel, en su cuerpo?:
su cuerpo que es inteligente, ruidoso, curtido
en todas las artes y las místicas reflexiones,
en todos los países y los colores inexistentes,
su cuerpo que ansío mirándola furtivo y sutil,
como cuando la dejo de ver y pienso que es ella
acompañándome como siempre,
oh! Soledad, mi Soledad,
Soledad bella, Soledad compañera
de toda mi vida y toda mi muerte.

1 comentario:

Anónimo dijo...

TE AMO...

GRACIAS POR VOLVER SIEMPRE AQUÍ

TE DESEO...

ZARA