9/07/2008


RECUERDO DE VERANO

En el verano las piedras
confluyen al mar, se hacen los locos
recuerdos del oro: miro
el refulgente dorado de tu cara.

Niña sombra que rubicunda robas
las almas de los pobres; ojos de sal,
esa cuadriculada ágata de tu traje invisible:
-me dabas las manos-,
esos pequeños recovecos lluviosos
de tus piernas graciosas
cual los corazones de tu pecho de pajarito
bellas montañas de cremas y escarlata ónice.

Yo te bebía
de dolor la espalda: no recuerdo
el ayer con los hielos del metanol plateado.

No quise volver
mis estómagos al mundo; cuando salimos
a comprar las latas de cerveza,
yo y mi amigo infernal que no calla
en mi sien
mojada
cual las cenizas del pubis amarillo.

Pensaba en el camino profundo
mientras marchaba por la nube del palacio,
te recorría despacio con tus uñas en mi lomo

como un animal noctívago que renuncia
a sus nervios en un charco de miel alba.

Y me callaba, me callaba
de nuevo
mientras hacia otra cosa
lejos de ese día.

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