11/22/2008


TRABAJO

La invasión, la semana en el pescuezo
del canalla y su lujo y su medicina,
los romanos en el pecho: oro volátil.
Y sus anclas de carbono, nó es vida.
He suplicado: ¡Yo?? El convite
del amanecer, unas Apocalipsis,
unos Sartre en medio del eclipse.
Todos sus ídolos Precolombinos, sujetos
a la puerta enrojecida de mis creaciones
meditabundas, mnémicas, andanzas
taciturnas como requiebros que se castigan
en las comedias divinas alcoholizadas.
El sol a t o r menta
cada mañana en el pecho lejano
de la succión necesaria para la bioquímica del ceño.
Cuantos animales de la pradera mustia, degollados
yacerán por mi lengua teórica.
En el ocaso los señores de los edenes
y las verbenas, elogiando esta víbora de mi boca
cumplirán el siglo. Al tomar las armas del nefrón y su cebada,
cuando nadie que es igual a todos
lo comprendan en sus palcos energéticos y las orgónicas
substancias de la hipocondría de esta vida regurgiten: el amor
estará completo entre tu ser y mi estigma.

No hay comentarios.: