5/05/2008


La fuente, seca la arteria.
Viuda conciencia del ayer infinito.
Y nosotras pensamos que siempre,
cual hasta la victoria, era.

Seca la estría, un vetusto
anonimato del beso borracho.
Huérfano hermano de la etílica noche:
nadie lo culpa y las voces que llenan
la bruta emisión irrisoria de justificaciones,
nadie conoce, por que nosotras no somos,
nunca hemos sido, la magia el momento,
de atiborrados rincones de corazón roído. Tomaré
las fustas en ambas alas cerradas.

Renegarán de todos, ellas que saben
el secreto y la muerte, renegarán
de cada espasmo
y surtirán los atisbos atascados por la pesadilla.

Ellas que saben lo que pesa el caudal,
la gran pesadilla de dorada apariencia.

Y sus hijos, todos bajo la tierra que vuela sobre la tierra.
Y sus abrazos, inválidos anacoretas postrados en supersticiones.
Y sus a m o r e s, hediendo la mezcla de la soledad y el dinero.

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