11/07/2007

UNOS HUERFANOS



Bajo el puente que atraviesa, cual daga enorme el vientre materno y deforme, el afluyente eterno profundo de un cosmos finito, sobreviven estos angelitos de rostro tierno e igualmente embarrado.
En su vaga añoranza de respuesta sedante, miran las puertas abiertas de piernas, esas de siempre: lisonja venal temporal y maldita, que se imaginaron antes del origen del sapo, mirando pegados los vicios de luz de escaparate, parecidos a una mamá que les ofrece la teta buena.
En ocasiones se afilian a espejos quebrados de narcisos imprecisos, hermanos enfermos terminales, que llevan antenas de marciano en los bolsillos rotos, que constituyen comunidades anarquistas y leales, que se acaban cuando dios los salva con dinero.

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