8/05/2009

LA PERIFERIA DEL JÚBILO


*Pavlo Zamorano con Rodrigo Mella

En la periferia del júbilo
y sus mentecatos y felizmente
ciegos idilios, las mentiras de pronto
tornaronse en axiomáticas expresiones de una
facción confundida de un rostro distante
que solía besar la nada en la penumbra secreta
de la miseria del desierto de mi corazón.

Muchas espaldas volvían a ser rosas
los extractos y las flamas unos secretos
de noche bullían, sin embargo, solamente,
deseaba, que llegara, en la confusión,
para besar las drogas y oler su melancolía,
para que me doliera la vida, para sentirla
en mis ojos cual pesadas lagrimas que abordasen
el pequeño brillo de una estrella inocua.

La jaula en la pluma tiene una descripción apócrifa
que de terrible sus colores dejan de ser la luz inmediata
que acostumbran tocar los animales con sus poros sedados. La celda
y su sangre fuera una idea macabra… ¡y es que tengo sospechas!
hoy, adpero sacarme esta armadura medieval y payasa quiero,
brotar de esta ceniza de boca de fuego, quiero. Todas
las iconoclastas promesas, su nombre tengo dibujado
en el piso del maxilar y su orgasmo. El discernimiento,
el plexo diario de la soledad y el desamparo legislativo
de mi corrupción correcta y metafísica,
los dedos atiborrados de análogas manifestaciones fálicas
en las praderas de la oscuridad de la mulata
que esta misma cantinela posee en la minifalda.
Sopla la prisión su vaho extraordinario en el medio del vendaval
que las manoseadas frases del devaneo estructuran
al caminar de lado como las serpientes que recorren los cristales
de arena que incineran los ojos del sol y la luna al mismo tiempo que vuelan.
Su esbozo está perfectamente esculpido
en los cromos de mi alma que desaparece en la duna de su tálamo maldito
que no volverá a chuparme la espalda.

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