12/02/2007


Una cárcel.
¿conoces una cárcel, querida?
Si es aún más mentira que rayones de hierro
que como goterones vicios caen del gris y se paralizan.

Si el pudor de tu calma dormida se tornara sensible,
entenderías lo temible:
los lazos de argento que en su eslabón aprietan.

En esos lugares, impregnados
de metros cuadrados inventados en espiral;

los sueños poseen, y duelen;:
aprisionan…
cual los puños que a soberbios barrotes lisonjean,
con la esperanza resbalosa de poder escapar.

…esos lugares, mi queridita, no desearías
visitar jamás, ni en tus preciadas pesadillas
que tanto a mí te acercan
y que tan bien te hacen trémula,
cuando yo deslizo
un momento de huida bajo la falda pequeña
arrugada del peso de mi cabeza melancólica..


Un abismo.
¿conoces un abismo, perrita?

Por el contrario de lo que esbozan
los pintores crédulos de la razón,

un abismo tiene fin….

Porqué él mismo
es el final,

el tope de una partida de sangre y latido que choca en el pecho.

En ese tópico hace mucho frío y siempre
se oyen voces y todos los cuerpos tratan de evitarse en vano…

Ahí conocí putas,
hermanos y hermanas de saliva,
que un día cualquiera vagaron por el parque,
por el vergel intangible de mi cerebro y sus palabras.

Esos lugares, mi perra,
No querrías conocerlos jamás,
ni aunque tan parecidos a tus gloriosas caderas
se mostraran al espanto de no verte cuando llego
arrastrándome a la orilla
de tu espalda pecosa,



y sin hablar te digo


¡te amo!

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