8/03/2007

LIVIDA

Quiero llenar de algo
esta pagina de sal,
para desenfrenar,
(o en su defecto) aprisionar
las barreras contra las que se impactan
las quimeras embriagadas de mis días.
Tendré la prudencia de estafarme a mi mismo
cuando lea el grabado que me tatué en la lengua
y que se parece al beso desgraciado
de la mentira, de la verdad
de sus palabras que nunca serán mías.
Y espero que los cigarros jamás se terminen
de consumir mis ansias de huida,
creo que el humo es el perfecto
vehículo enmascarado y nacarado de un perfume
de muchos más grados que el verano antaño. –
Quiero salir de aquí-
dice esta sentencia.
¿Adónde?
Ni ella sabe,
aunque inconsciente está
de que el país que merece
se iguala a la moneda que brilla siempre
en la retina de su portavoz oficial.

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