12/14/2006


FRIEDRICH NIETZSCHE

Autómatas positivistas hoy encumbran su frecuencia

en evidente conducta suicida y cobarde,

como en el vaticinio que tú ostentaste,

a través del asco hecho mil voces

desde un precipicio que jamás fue el mismo,

hasta la llegada de la anatema desesperada

de la soledad auto proyectada

y la lejanía del exilio

de los visionarios ácidos,

de los que buscaban el futuro cual millones de diamantes en bruto,

como lo hiciste tú.



Sí, tú, sin embargo, lo supiste,

cuando en tu cuchillo la sangre

del ιδου ο ανθρωπος

chorreaba a tus enemigos detractores y verdugos,

a las escritoras gallinas religiosas

y a los quiméricos-avaros-demócratas-aristócratas,

que predicaban círculos y rectas líneas en el tiempo,

en el espacio común de los bestiasalvajes y los superhombres.



En la gracia de la página amarilla

que vuelve a florecer batalla tras cruzada,

se honra el día que te pertenece,

te honran los guerreros instruidos en las antitesis

de escabrosos evangelios,

acosando mañanas elevando damajuanas en el nombre de la victoria.



Y brilla tu sol en nuestras espaldas felices

y la noche nos bendice con lo peor,

con vuestra herencia de fuerza

de

voluntad

de

poder

comedidamente asumida,

evidentemente sentida,

aunque igualmente vapuleada y resistida

por los pálidos soldados del secreto invisible

que se mantiene en el trono

y ahora toma ciudades,

esclavos de capitales completas…



Seguimos de pie más allá de todo,

más allá del bien y del mal,

como cualquier cosa que se hace por amor.



Seguimos escupiendo a genocidas

antes victimas,

seguimos adelante mirando donde tú miraste,

bebiendo lo que tú bebiste,

y escupiéndole al rebaño
lo que tu escribiste.

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