10/12/2013



Las personas hablan, las gentes se llenan la boca. La imprudencia es un vicio y a la vez un virus. A veces, los sujetos dicen. Algunos tipos usan palabras que conectadas unas con otras, artículos indeterminados y predicados, construyen realidades. O más bien, una ilusión tan convincente que incluso puede llamarse teoría, y desvalida incluso al que padece en carne propia de lo que inútilmente pretenden estos esperpentos intelectuales explicar con artilugios dialecticos.
Los supuestos viajan de boca en boca como un sida o una enfermedad, que en reiteradas ocasiones se torna purulenta. Se escriben ensayos y libros a propósito de otros ensayos y libros de teorías avaladas en vetustos pensamientos Europeos obsoletos. Los más atrevidos cuestionan “lo real” desde sus cómodos asientos en una biblioteca concientizada por un millonario de algún partido político, mientras se les infla la papada de orgullo mirando un diploma colgado en la pared. Ellos hacen de la universidad otro simple edificio donde abstraerse de la calle y opinar respecto a ella.
Individuos que manifiestan estas prácticas, suelen usar a destajo la palabra c o no ci-miento, sobre todo cuando se enfrentan a un ignaro desposeído excluido por el sistema clasista de educación. Esta forma de chusma es la peor, es la que se encarga de sostener el statu quo de la decadencia de algunos por el bien de unos pocos…

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