3/16/2013


El poeta agoniza frente a las vicisitudes cotidianas,
como un perro que atropellan en mitad del desierto.
Pensar en el viernes acorta el tiempo tanto
como esperar el fin de mes para resucitar alegre
en pequeños espacios de conciencia exacerbada,
después de trabajar para nada de nada
(más que unas monedas para comprar
soluciones inmediatas al hastío perenne
de vivir pendientes del discurso del rey)
para ser solamente un viejo que habla.
El compartir el espacio con cadáveres: naturaliza
el escalofrío constante de caminar por Ahumada.
Pero nada se compara a un crimen perfecto de adolescencia,
responsabilidades dejadas en la ilusión de los padres,
peligros constantes en la oscuridad de la noche,
el azar que favorece los relatos del sabio,
las decisiones que tantean el absurdo y el error
y que no obstante dejan el amor grabado en la habitación
del mismo motel con una mujer diferente
cada quincena, tatuándote un nombre en el corazón.
Los años pasan como trenes que arrollan sueños
amordazados en mitad de la línea del tiempo verdugo inclemente.
Y si es muy temprano para contemplar la vejez,
debe ser ese toque de prematuridad
que siempre ha caracterizado a los eternos como yo…
Ya no morí a los 27 años…
en el Ello, incluso, tratándose de tautologías el trascender carece de sentido.
Yo tengo lo mío y lo demás son competencias tacañas,
Autos-plasmas-mansiones y apariencias
Y si las apariencias engañan
bésenme los calzoncillos
pues para volar se necesita vida y los pájaros se caen de los nidos
cuando la lluvia llega antes de tiempo.
Ahora te tengo como una presa y un tesoro,
verte desnuda no es solamente haberte quitado la ropa
en tus ojos hay una mezcla de duda
de culpa (sotanas, estirpes y domingos por la tarde)
de deseo (lenguas, juguetes y transgresiones al dogma)
y de drama (nadie me quiere a tu lado).
……………………………….¡Quién llevara el látigo de Zaratustra en sus garras!..............
Quiero que sepas que no te debo nada,
que yo no existo pues la mediocridad con su niebla
oculta mi sombra en la luminosidad de las falsas expectativas,
que yo amo y vuelo
como el más noble de los reptiles que se camuflan con la natura…
Que esto es sólo eso y las palabras determinan cada suceso.
Quiero acabar en tus intestinos cual un pedazo de carne más,
de esos que posados en la insana parrillada de los afectos
encontrados de frente con contradicciones,
se queman a fuego lento, en una cocción tan lenta
que resulta inevitablemente dolorosa
y por ende inolvidable…  

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