3/17/2013





27 de junio del 2010, Lima, Perú (parte de mi bitácora de viaje)


Perú es una locura pobre, si bien creía conocer la pobreza, me he dado cuenta de lo mal agradecidos que somos los hombres. Ciertamente en los aspectos de la culpa podría verter todas mis observaciones, mas el espíritu de lucha y soledad y falta de expectativas, pareciese ser una constante triste en toda Sudamérica. Nosotros los chilenos, tenemos una gran deuda con el pueblo peruano. Ellos, aunque tampoco ellos lo ven de esa manera, son nuestros hermanos más directos. Lo digo no en un afán idiota de reconciliación, lo digo pues he podido convivir con ellos una pobreza que deviene de una guerra que según, sólo ahora he podido experimentar en la humildad y caridad de este noble pueblo, no termina con tratados nimios entre estados dominados por burgueses universales. Es cierto que la mano terrible que nos han ofrecido los emperadores (que a etas alturas es difícil identificarlos) ha provocado entre nuestros pueblos latinos el triste vicio de la ”pillería”. Acá nadie confía en nadie. Se juega mucho al “recateo” y a la “oferta y demanda” en términos oscuros que bien podrían terminar de mala manera.
El centro de Lima es muy parecido al centro de Santiago, estética y atmosféricamente, está lleno de personajes arquetípicos dentro del contexto del “sálvese quien pueda”.
Para qué hablar de nuestras fronteras? Ahí es muy difícil distinguir un ariqueño de un habitante de Tagna. Todos son morenos y de facciones duras indígenas y todos son traficantes de algún producto. Todos intentan embaucar a inexpertos turistas con artefactos y bisutería, con ropa y objetos que evidentemente son el fetiche mundano de los integrados a la sociedad de consumo.
Es un espectáculo triste y soberbio a la vez.
He compartido parte del viaje con un montón de mujeres peruanas. Ellas al darse cuenta de cómo soy, dejaron atrás su prejuicio y compartieron conmigo de una forma amable y hermosa. Inevitablemente, para mí, después de haber estado en tantos círculos pseudoburgueses de mi país, a veces, incluso, me molestaba su hilarante comportamiento…
Lamentablemente producto de la estupidez dogmatica que poseen los ejércitos de nuestras naciones, la frontera entre las tierras es también otro campo de batalla, donde los chilenos tratan mal a los peruanos y peruanos tratan mal a los chilenos (salvo lleven el dinero suficiente para consumir).
Es un campo muy hostil que no debiese ser de esa manera.
Hoy ha sido el más triste de mis cumpleaños, salí a cenar con una negra ecuatoriana en un restorán en el centro de Lima, ahí recién nos conocimos, ella viajaba sola hasta su país y éramos los únicos dos extranjeros que teníamos que pasar la noche en Perú, para el otro día continuar el trayecto. Alojamos en el mismo hotel, ella, a pesar de mis besos y mis caricias entre sus piernas, decidió ir a dormir pues estaba muy cansada… la dejé en la cama y salí del hotel, nuevamente, hacía estas desconocidas calles, a beber y a brindar en mi honor mientras fumaba un habano y recordaba a mis padres y mis hermanos y a todos mis grandes amigos que he dejado en pos de esta aventura…

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