2/13/2007


*ALEA IACTA EST

De una bolsa con ácido, mis ojos cerrados,
Proviene la placenta que elaboró mis extremidades.
Sogas umbilicales con púas de acero,
Temor transmitido de alimento doméstico.
Medusas y súcubos llevaban mi sangre,
En ningún vientre materno alojaron mis branquias.
Con vinos vinagres los biberones cargados,
Ni una teta cálida se antepuso a mi mollera.
El pañal ortigaba y la cuna en el ático,
Tabaco perfumaba la habitación tan oscura,
El móvil de fantasmas atormentando los sueños,
Los cucos más tristes yacían borrachos al borde.
No pudiendo comprender aquel triste descuido en su frío cálculo,
Dios se persignaba ante el querube olvidado
Y se apiadaba con una lagrima que brillaba como aluminio.
Intentando reparar los eternos suplicios de la cría mal parida
-¡¡Perdón!!- le decía y le cantaba sus himnos,
Hasta dejarlo dormido le recitaba el santo poema.
Con leche de perra se alimentó a este lobo,
Lo vestían de escarlata emulando a los diablos,
Expiaban sobre él los pecados del mundo frígido,
Como furia deslumbrada
Le escupían las facciones.
Las bestias de este calibre padre no tienen,
Hijos son de los espíritus perversos del abismo,
que atraviesan las ventanas
con silencios absolutos y violentan a las vírgenes
en posiciones antinaturales,
Y las horas crepusculares sus fechorías encubren,
Heredando anatemas al bebé atormentado.
Rojos son los recuerdos que invisibles se pasean al filo de mi sentir,
Huérfano nací hasta el día de los muertos.

*(la suerte está echada)

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