4/20/2011


Otoño

¿Has visto cuando caen

en un hielo testarudo

los guiñapos amarillos de los folios

que murieron?

Los arboles lloriquean

una miel excepcional

en el asfaltico tapete de la realidad

que se abriga

con el cadáver de la hoja

que ha saltado al vacío.

El viento ha sido son

que las copas danzaron,

la noche

derrama su tinto azabache

con antelación inopinada

sobre el cielo de la orbe.

Miles de ojitos rutilantes se han ido:

un onírico albergue los cobija tras las nubes.

El paisaje evoca los misterios de la razón.

Todo se parece al amor

y hago correr sobre tus hombros las serpientes

de mis brazos que te ahorcan de cariño

para siempre.

Pareciese

que jamás

el sol regresará

mas el fuego en el tempano ambiental no cesa.

Corre una gota por tu sien enrojecida

pero no es la lluvia!

ni una lagrima sórdida del otoño del paisaje.

Le pregunto a mis dedos el origen de la visitante

y me responde con ese aroma de lúbrica cortesana.

-¿Extrañas el abrigo, querido?-

interrogas a mi paso en tu piel acomodado

y yo sólo puedo ver las estaciones de los climas

como trenes infinitos y ruidosos en las cimas

impetuosas de las curvas que te dibujan perfecta.

Sé qué también

tú eres

un otoño.

Me cubres las palmas con hileras de oro

besas mis oídos cual una brisa recia,

humedeces la pradera de mi vientre mustio

cuando nublas mi conciencia con tu amor incomprensible.


*fotografia desde la montaña en Bucaramanga, Colombia

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