12/19/2008

CARTA


No me redimo del hierro
y el gélido sonido, de su única carta:
la tercera que me hizo, en la que se despide
de las hojas de los árboles que hacían el libro
sin raíces que era su amor insano
y su cuerpo de mi soberana, amándome
por siempre como los besos de la espuma
a la arena del cuello de la tierra que la necesita
como siempre que desaparece tras el fatuo corpus
de una violenta marejada de ímpetu y corazones.

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