Encontraré por ahí tus cartas de
amor
en un buzón imaginario al cual accederé
con una palabra mágica.
Y no serán amarillas ni olerán a ningún
perfume
y con cada imagen auditiva manufacturada con
rayos catódicos
recordaré quién era, antes de
abandonar los nidos a patadas:
las metáforas me definirán como ya
no soy frente al espejo
y volveré a sonreír cuando me
reconozca breves segundos
en ese espacio ya muerto donde solías
ser mía
diciéndome siempre conceptos que
mejoraban mi melancólico animo.
Si bien demasiado lejos arrojaste
tus olores y sabores
y quizá incluso en brazos pequeños
me hayas borrado definitivamente,
ni los arrebatos constantes de las
olas en las que se menea mi balsa
lograron incendiar las líneas del afecto que fluía
sobre papeles electrónicos en una
red infinita
de correos virtuales que ni dios podrá
borrar del internet.
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