3/10/2010


Ahora las alas sin el viento
endurecido,
corren por el vaho de la soledad en su horizonte
perdido,
le debo plantas a los panteones exquisitos,
son el reflejo de los años mozos
donde sirven whisky de acero y caminan
de lado por mi vientre las espaldas
de cortesanas sonrientes
que vivieron en el colchón de lo efímero
el amor etéreo carcomido por lo lascivo del licor mencionado.
Sueño en las noches que jamás fue ella,
que se me cayó la melena en el pozo fenomenológico
y lo paralelo del cosmos se detuvo ante sus fauces
amorosas y destructivas…
nada en mis bolsillos brilla tanto
como su reminiscencia,
nada en derredor produce ese ardor de sino explosionado.
La noche ni siquiera cae, nunca se levantó del piso del tiempo,
no conoces el foramen magnifico de mi alma despótica y emocionada.
Han puesto electrodos en la sien de mi corazón,
los doctores también lloran mientras las enfermeras me lamen.
Yo sólo
decir tu nombre
he sabido
este sábado.

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