Me basta conmemorar un par de fragmentos
el cielo y el alba
de tu lencería felina.
Así me distraigo en un punto exánime
que petulante refleja el rostro carmesí
de tu hálito en mi cerviz.
No hubiese sido mi sangre vertida
y yo caído elucubré en mis apéndices la gloria
nonata del desplome en el muelle limonado
y las membranas de fantasmas
leones de lumbres distantes.
He bebido en tu boca suaves almendras
soberbias despampanantes que me erigieron
en todas las camas. Hay un bálsamo de hiel
en el aroma de mis falanges y cuando huyó
al cementerio mental acorralo de nuevo
la gloria turbia de tu personalidad extraordinaria.
Acostumbro el sonido de las hijas de nadie
mas tu sorpresa es rosada por la parte inferior
del pretérito indeterminado,
todo tiene solución
en la algebraica melancolía
y por eso serás mía nuevamente
y nuevamente.
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