C O N T E X T O
Lo que pasa es qué LAS
perspectivas que determinan los futuros
se alejan como las providencias del último ojazo.
En las noches más centrales, yo, vuelo
en brazos de un incierto devenir de caballos misteriosos
,sin embargo, hacia la casa de Epicuro,
Ron de pirata y tetrahídricas pócimas antiguas,
unos venenos rusos que le dan el rococó
a mi disertación dadaísta en medio de la playa.
La seguridad de una alquimia ajada:
lo que me sostiene en el tambaleo ineludible
del choque impresionante contra el muro diáfano
que separa
la vida
de la vida
en vida.
(Nadie se atreve a refutar la medalla
de la rutilante oscuridad; y viceversa)
Ay! De mí… zorras maduras cayendo
del árbol genealógico de mis amores nonatos;
y cine, cuántas equis se encuentran en el comercio!,
periódicos amarillos de mundos paralelos,
subproductos del destilado del dorado
hijo de la vid nortina agarrado en un bar de Cal y Canto,
cadáveres sabrosos dentro de la cara de Dios
inflándome la pelvis, soplándome en el abdomen
como la casquivana madre de Rolando.
Yo cual la energía
disparo un par de chispas que regresan intactas.
Mi lucidez proporciona unas discusiones de diamantes,
a veces, el mundo pasa por mi dedo absorbiéndolo
como el anillo sagrado de la puerta de la vida
y con él hago la proeza de la justicia en millones de camas…
Mil años a mi corazón requiero,
hijos míos, hermana sisada lejana y seducida!,
amados destruidos con el rabo entre las piernas,
el mundo es tan nuestro, es nuestro
como la parra del botellón amargo que ilumina mi escritorio.
En donde me encuentro hay fetiches,
cosas plásticas, prácticas
absurdas e inusitadas.
No tengo certeza de cómo el lapso es capaz
de dibujar en las paredes del cerebro psicológico
tales cuadros de recuerdos indefinidos
por sus colores fuera de la campana de Gauss
donde me encuentro en las noches
con mis mejores amigos: una sarta de demonios
que muchas veces son leales a la manada.
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