No quiero, otras veces,
que el alma me partan sus rayos hermosos.
Oh! Mis damas, si tres veces les rompí
las ventanas no fue la intención de la piedra
de mi corazón
y guardé el jirón y lloré en la alforja.
Me resulta triste la grieta magnánima
no quiero ver al alma escindida de navajas,
no me hablen de nuevo de la nada que tengo,
vengo vestido de luto, de la fiesta de un viento
que trae un sueño diferente a las tierras
nuevas que piso cantando.
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