Si el perfil, como sádica prueba
de la imagen (putita),
cuando los ojos dicen la verdad del deseo,
te quisiese muerta; obviamente,
todas te condenarían a la hoguera,
pues eres bella como las estrellas
cuando iluminan las noches de sexo
en las montañas del amor malsano.
Todas reconocen en ti
la potencialidad
de la flecha de Cupido en las noches inciertas,
pues tus piernas tienen el color de las piernas
cuando están abiertas cual las noches al sueño
de cualquier transeúnte que esté lleno de carencias.
Y los matices del alma gimen inconscientemente.
Tus olores son una colección de muchos monos
compitiendo por esa atención que ninguno comprende.
Conozco todas las montañas que ha movido el dinero
me resulta imposible regresar al patio de Eva:
cualquiera es un diablo con esa firma en el contrato.
Hay tantas de sus almas en mi propiedad
del corazón roto, queridas sin nombre
que me dedicaré a coleccionar ángeles
como un dios con fijaciones anales al borde del delirio.
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