Ya no estoy. Y parecido al diluido
sulfuro de la decadencia mínima,
he decidido llevar de corbata el lazo de la horca,
multicolor variante de mi vida funámbula.
Luzco bienmal. Luce y me lo confirma
el misterio que refleja en el espejo de la victoria,
el rostro de un beso desconocido apropiadamente suministrado
en la furtiva esquizofrenia del alma de la noche.
Gano recuerdos y sus variopintas sensaciones adjuntas.
Sólo me queda hablar en esta lengua,
caminar descalzo como los maestros sobre esta lengua,
orinar en un poste de la luz de esta lengua,
pasarle mi lengua mojada a esta lengua de mujer ahogada,
tener esta lengua loca en el vestíbulo de mi boca,
y usarla de identidad.
Quizá me salve la vida dejar de vivir
igual que los demás.
11/28/2007
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