Consciente de mi capacidad de vuelo, luego de poner mi mano
tapando mis ojos y dándome cuenta qué era mi sueño, estaba en un lugar como un
edificio, qué ahora comprendo: era la torre de Babel. En cada momento,
perturbado, escapando de hombres con abrigos verdes que pretendían atraparme y
ajusticiarme bajo su moral que no era la mía, cuando estaba fornicando con
adolescentes lujuriosas y golpeando con mis pies las mandíbulas de presidentes de todos los partidos políticos,
avanzaba piso a piso de la estructura de cemento, siempre pensando qué cada vez
que veía una luz, ese era el techo (mas solamente era otra planta del rascacielos
por la que pasar generando desmanes).
6/07/2012
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