Por
qué sin mal entre nosotros
las
cosas no funcionaban,
si
todos nos amábamos y matábamos
como
leones asechando el último momento,
el
descuido de los que ven flores
o
tiburones que son imposibles de abrazar,
como
caimanes que son de piedras verdes y duros
o
simples hombres borrachos que le pegan a las mujeres?
Por
qué todo mal termina
cuando
por fin el pequeño dios logra cambiar la vida
con
sus espirituosos jarabes
con
su cannabis sativa
con
su polvo de manjares?
Teníamos
todo para ser felices, éramos pobres
poetas
perdidos por paseos postreros
pérfidos
personajes pasados por puntas
miedo
jamás hubo en nuestro d i s c u r s o,
en
nuestro deambular descalzos por el fuego
de
la estupidez mundana y sus diarios en el kiosco de la esquina
de
la rutina del enfermo tedio suicida,
de
los laboratorios sin alquimia,
de
los restoranes de medio pelo,
de
las opiniones de las gallinas y los huracanes plebeyos.
Y no
todo fue lágrimas ni vicio.
Siempre
hubo unas carnes en la bracera,
Siempre
hubo una fiesta y un baile alegre
que
se extendían más allá de la noche
como
burlándose del día de todas las ovejas vecinas.
Por
qué si en ocasiones nos acostábamos los tres juntos
y
soñábamos que todo era posible
en
un océano calmo de surrealismo justo y lumbrero
(única
puerta al cielo que no conocemos),
jugábamos
a los amigos con abrazos y besos y recorríamos
lugares
hermosos criticándolo todo a nuestro paso por el piso?
Por
qué no contagiamos a un mundo por lo menos
con
todo lo que poseíamos?
Por
qué no seguimos la senda viva de hacernos dueños
de
la propia vida?
por
qué siempre miramos los sueños de los que tienen dueños?
por
qué no nos escapamos juntos
a
las montañas de Colombia o la selva del Orinoco
o a
esos lugares en los que solo me fui a tomar fotografías?
Por
qué no nos fuimos juntos queridas Lobitas
a
construir una Roma con el nombre al revés?
A
veces pienso en ti Soledad
toda
tú eras un espejo un espejo del futuro,
a
veces pienso en ti Zara, eras como electricidad en el fondo de una piscina.
A
veces pensó en el azar y en la lucha cotidiana
en
las banderas negras y rojas
en
el sabor de todas mis hermanas.
Hoy,
mientras mi esposa yace en el lecho esperándome
tranquila
y hermosa como una primavera
un
buen día
y
todas esas cosas para las que el hombre existe
y un
par de rubias estudiantes cenan a mi lado
en
tanto escribo deshecho un poema desesperado,
las
recuerdo como ímpetu, tan cándido acercarme a ustedes
que
cuando estoy al lado vuelo como un hombre de pólvora mojada
entre las redes de los recuerdos que son el
alimento del viejo soñador.
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