Me miro espantoso, estoy afuera,
en el umbral secreto de la puerta del infierno,
la puertezuela es un chiste matemático,
anfitrión y visita: la misma carcajada rígida y detenida,
trémula como flores en primavera e invierno,
casi como abeja sorbiendo con miedo los gametos de la subsistencia,
de Rosa en Violeta de Jazmín en Amapola, de Cala en Hortensia
sin decir nada y haciéndose de enemigos con las patadas en la puerta.
Minutos de miel, chorrean los ombligos.
No dejes entrar ni salir los despojos de la ruina!
La dulce rutina de ingresar y emerger, encima, debajo,
encaramado en la pirámide de terciopelo
con la mirada en el horizonte de la luna y el mar, desiertos del pretérito .
Es el alma la aventura del zángano de la cultura,
la puerta de la vida la devoción del artista
desembocada en un basilisco de proporciones subjetivas.
Besos y gloria al húmedo infinito de sus piernas,
mis queridas frutas abatidas en la guerra de los cuerpos,
do se celebra con champaganazos la llegada de la muerte
en espacios iconoclastas que subyacen al olvido,
permutando su renombre por espíritus graciosos
que mueven los cuchillos en las noches de silencio
evocando lo cierto de los pasos del ave quimérica
que aprendió de vuelos antes de haber nacido
mojado por huracanes de romances pueriles
en el nido de la plata del que gorgotea azufre por el dedo.
Y no tengo miedo del reflejo del diavlo,
cuando pululo en la cantina; mi título de nobleza,
arrabales y elites: sus copas en el aire de mis fosas contraídas
hacen que lo terrible sea pan de cada día
en la noche de la existencia que no caduca ni a balazos.
Viajé en un camión atravesando el Orinoco,
estaba sólo asustado y borracho.
las ranas hacían rayos con pinceles de escamas,
dibujados en el cielo en forma de luces,
mientras el calor enfriaba mi alma despechada.
Ella me había mentido,
supongo las flores se vislumbran desde lejos;
entonces mejor la mentira a los escombros del pasado.
No es cierto, el amor no muere
en un balazo de guerrilla
menos cuando los ojos permutan substancia en anhelo de futuro
como calostro el nacido, en la muerte de la vida.
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