Siempre el mar es la excusa
en la premisa del viento
(axioma de luces de estrellas y truenos).
Conozco sus corazones y las olas y el olor,
el vaho celestino, el chispear difuso,
un aroma marino que evoca libertad,
vuelo, tornasol, campanas transparentes,
el suelo se llena: la arena se moja;
se seca soberbia bajo rayos limonados
igual que montañas blancas de la baba
y ballenas neutras en la ola, revueltas y magnánimas.
De el amor al mar hay sobras en la sílice albina del paraíso,
piso güiro, conchas secas, toda la metáfora completa.
Ay! qué amo esta imagen consuma:
Desnuda cobranza de la ilusión natural,
cada golpe en la percepción abre el futuro de rodillas,
quien conoce la paz mira la línea geométrica del capricornio en el poniente,
y sabe blasfemar el azote de oro que sobrepone el oro
al lomo del azur inconsciente….
La fiesta está en mi nariz sorbiendo el nirvana de la vida.
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