Miro, el polo, el polo
que dice no, jamás flotan
los yunques metafísicos en el aire
de la realidad: gran falaz desarrollo
de los fetiches del vulgo.
Yo sabía de lo negro,
pero de aquel azabache
que simboliza la nada o el todo;
yo conocí cada cabello de la Soledad,
cada recoveco secreto y pudoroso
del dolor del corazón de un huérfano tembloroso…
la mitología de los hombres primeros
que plantó aquellos senderos de Moiras,
Ninfas,
Súcubos
y mi Querube,
pasan por el año los dioses y los enumeran.
Escéptico escupitajo se ha logrado
en el más allá, el más allá
desde donde suelo recoger
estas letras de azófar eléctrico, el más allá
de mis ojos y mi cielo, algo parecido al calor
de mi cocodrilo, celoso guardián de la pasión infanta
y secreta que la camanchaca cuida del ojo ajeno y de juez…
3/08/2008
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