DECISIÓN
Decidió la mujercita
caminar por la línea del tren
y vivir y beber
y caminar y correr
según Febo lo disponga,
según el amante lo ponga
o según como las malas lenguas le hagan zancadillas
al nivel de las rodillas heridas
tras tanta caída desde los barrancos del amor
y desde las montañas de la alegría efímera.
Decidió la mozuela
esperar la primavera en un país de maravillas austeras
con un clima escandinavo
parecido a los románticos sonetos que le recitó
algún día
su eterno y ambiguo enamorado.
Decidió la abigarrada damita morena,
empeñar todo el ónix de sus encantos de traicionera
y bailarle en calzones a los ojos del que la vapulea,
para calmar al demonio que en el caminó la cotejó.
Eso decidió, su agridulce condena.
11/11/2006
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