I) farmacología veterinaria secundaria moribunda carente de personalidad estorbando una alternativa concreta en su contexto difuso.
Torpemente sedado en la red de caramelo
del amor primero, el último año de succión cerebral
en la fábrica de manos devaluadas de obrero
pensando en perversiones de anillos de oro
y papeles de leyes de haraganes de terno.
No hay nada seguro salvo sudor y fierro,
nacimientos esclavos cabizbajos silencios
ante el patrón del averno brindando con champagne.
Y su noviecita abortaba la primera mórula celeste
del Trauco ladrón del futuro del viejo,
dando validas explicaciones para el neófito de besos,
que busca perpetuarse al escapar de su nido.
Él comprendió a la virgen del cerro
taciturna pacata golosina de gamberros,
qué será el amor sino una glándula secretora
de sustancias amatorias en el escroto de un deseo?
Su arma cayó por negligencias clericales: la culpa
hebrea de Onanes chistosos, payasos cochinos
en el hospital ha caído con un trauma severo,
su mano no ha muerto, no vio lo primero,
nació en el día que olvidó los ensalmos,
vomitó los yesos que colgaban como los cocos
desde la pared de su encierro con su abuelo arrepentido;
y se emborrachó de Bacos y de Sorbonas abstractas.
Esa misma noche triunfó en un escenario
meó a sus rivales desde el podio de su gloria
al lado derecho de la alcaldesa de un pueblo octogenario,
tintineando la fiesta que seguía a su retorno.
Su padre, había resucitado tras muchos días,
le dijo que “lo quería” no aguantó su exhibicionismo
y lo calló con su artimaña diciéndole “borracho
el triunfo es del alcohol y tú no eres
t ú m i s m o”.
Sin creerle, amparado en la diosa, aprehendió de clítoris,
fornix y cérvix, vulva, perineo, fimbrias y amores.
Ella no quiso, obviamente, jamás abandonarle.
Trabajó para demonios aún más gigantes
en farmacias del mundo privado de los magnates.
En aquel espacio conoció a Wittgenstein delirante
a Nietszche mareado a Kafka tartamudo
a Hesse balbuceando y a Lovecraft satánico dibujando una puta.
Escuchó a los hastiados en el lumpemproletariado,
los erigió bienaventurados
de mamis solteras, de ladrones de ocaso,
de doncellas casquivanas aventureras de noches,
sin conocer (aún) sus trágicos pasos.
Todo calvito, flaco y pelusa.
En providencia, es cierto
(la región de su puerto) no era de ahí, claramente.
Ha decidido ser gente, algo se lo ha dicho,
no tiene certeza de el dinero que pulula,
ha visto a los blancos paseando en automóviles.
Le ha pedido a su padre experto en inmolaciones
que le dejé la herencia de un montón de dicomes.
“Ey! Querido, ha llegado mi hora, he de cogerte por la moral
-responsable te tornas- aquí hay compromiso, bancos y judíos
dispuestos a lincharte por recuperar su dinero.
Todo me debes”
-todo te lo debo, seré un doctor como el de todos los arquetipos-
Mas no existe hombre digno de salud. Bien lo sabía
el sujeto en su tiempo.
“Queridos animales! flores del edén salvaremos sus cuerpos”
era premisa, “he llegado a los palacios estructurales de los ricos”.
No eres de ahí, evidente tu forma, tarde has llegado, careces de convencimiento.
Sin embrago, aprendiendo, uno que otro secreto,
infiltrado en el universo como un espía despistado.
Cuánto he bebido aparcado en el suelo, cuántas burguesas
he follado en sus aulas de amarillo,
cuánto fuego he exhalado por el verde de un olvido,
disecciones de un callejero pobre perro caído.
La noviecita espera un mañana prominente.
Lo habíamos hablado por lo menos en mi imaginación
tú no eras como los ideales del señor del altar,
tú más bien eres un mal truco de lo que nunca quise.
Se lo dijo su madre muchos años antes
en el orate caserío emergían voces
de
mente
s.
Existe una trifulca entre poseer y proveer,
todo gañan sabe de fuego la obra,
no la dejaría escapar como lombriz por el fango
empero como una sobra de hueso la haría pagar fuertemente
por los pecados cometidos a sus espaldas
que aún, levemente, no conocía.
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