“Ángel consolador del alma mía…
a dar corona eterna a mis desvelos?
Me ahoga la alegría…
¿estamos abrazados
para no vernos nunca separados?
Antes, antes la muerte
que de ti separarme y perderte.”
El asunto es la etiología
cuando las fauces de viejos arlequines destructivos
se manifiestan como si la omnipotencia fuese un juego
de virtudes.
Y entonces qué diablos pueden siquiera pronunciar
mi descabellado nombre?
Le dan a mis dedos el azar de los querubes
para que yo genere las prosas de la natura perniabierta,
y soles y lunas vuelven del paraíso abstracto
a embetunar el pasado de gotas negras de rocío sempiterno.
Odiseas hay en el bolsillo de mi abrigo
tengo las flores mismas de cada paisaje que quiero.
Ay! que me jode el viento en la cara,
he recorrido el mundo entero en busca del amor.
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