PENURIA
¿De qué nube, oh!,
Te bajaste? Seguramente
el pasado ha decorado con ironía
la inopia y caduca sapiencia de tus estoicos pasos
al frente y atrás, atrás
no como ubicación geográfica,
nido de serpientes que en nebulosas descubren
su misión contra toda sumisión
y flotan serenas, aullando a la luna
como sus venas abiertas al sol que les desconoce.
¿De qué pasado, de qué futuro desapareciste, roja bestia?
Yo sólo tengo las manos y las espadas
(jamás use escudo más similar a mi corazón),
no he vuelto de la guerra, no te he encontrado,
no te he saludado con un beso maldito, no he probado
tu mano y soñado tu sueño.
¡Mírame, incluso la pena
se aleja morada de mi lado contraído!
Ella dirá en su perenne frontispicio:
“jamás había abarcado la totalidad de la existencia
de un hombre, ha de ser una extraña quimera
vestida de lobo,
y no reconozco su nombre en mi vicio voraz…”
¿De qué nube, oh!,
Te bajaste? Seguramente
el pasado ha decorado con ironía
la inopia y caduca sapiencia de tus estoicos pasos
al frente y atrás, atrás
no como ubicación geográfica,
nido de serpientes que en nebulosas descubren
su misión contra toda sumisión
y flotan serenas, aullando a la luna
como sus venas abiertas al sol que les desconoce.
¿De qué pasado, de qué futuro desapareciste, roja bestia?
Yo sólo tengo las manos y las espadas
(jamás use escudo más similar a mi corazón),
no he vuelto de la guerra, no te he encontrado,
no te he saludado con un beso maldito, no he probado
tu mano y soñado tu sueño.
¡Mírame, incluso la pena
se aleja morada de mi lado contraído!
Ella dirá en su perenne frontispicio:
“jamás había abarcado la totalidad de la existencia
de un hombre, ha de ser una extraña quimera
vestida de lobo,
y no reconozco su nombre en mi vicio voraz…”
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