Sin darse cuenta
todas las pirañas han mordido mis cadenas.
Y aunque ahora solamente sea un haraposo
cadáver repulsivo a vuestro olfato
y alberdrìo libre,
por fin puedo decir que soy libre,
libre de pan y pedazo.
Sin que ni siquiera
me hayan querido,
yo me embriague de vuestro cariño
y me bañe en viscosos lagos de quejidos
sin ningún heredero de miserias y círculos.
Sin que mis voces
fueran grabadas en vuestros estados de cintas,
puedo asegurar que revoloteo
en mil mariposas, cada vez que me veo
un tanto parecido al que ahora causa problemas,
un poco más sofisticados
de los que en el pasado yo proveía
cuando sólo era un niño
que trataba de llamar la atención
para que le hicieran un poco de cariño.
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