El simbólico estado de los círculos precisos y maratonianos, caminos mucho más trazados por imágenes intrínsecas como las llagas de un dibujo infantil, adheridas a las heridas de la bruta fuerza centrifuga y centrípeta a la vez, por el lugar donde caminan los hombres librando un acalorado juicio, en un tribunal sanguinario y déspota, tiránico y melancólico, en la mente, en el corazón, en el alma, en el espíritu… Es el interior de tu palacio, mi querida Luna.
4/04/2008
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